[Armando Mariaca]

Justicia chilena se sometió a decisiones de su gobierno


En todo tiempo, la mayoría de los gobiernos chilenos han actuado en contra de los intereses bolivianos; pero, especialmente desde la conclusión de la guerra del Pacífico, parecería que como reflejo conciencial o deseo insano de completar mejor los daños causados con el gran latrocinio hecho a Bolivia al arrebatarle su extenso litoral y dejarla sin salida al mar, nunca perdieron oportunidad alguna para inferir daños y pretender mostrarse como muy capaces de manejar los látigos del oprobio y la injusticia.

Dos militares y siete funcionarios aduaneros cayeron en manos de los militares chilenos en marzo pasado; desde ese mismo momento han sido objeto de maltrato y humillaciones porque se trataba de “bolivianos que, según el gobierno de Chile, no tienen derechos humanos y menos pueden gozar de consideración o justicia alguna”. “Son violadores de la frontera” -violadores de una frontera que en muchísimas oportunidades han traspasado civiles y militares chilenos, frontera que ha sido minada por la “previsión y miedo chileno a incursiones de bolivianos indeseables”-.

¿Cuántas veces los militares chilenos han violado la frontera con Bolivia? ¿Cuántas veces han mostrado, por ejemplo, a la laguna Colorada como parte “de la riqueza turística de Chile” cuando, saben todos los chilenos, que esa laguna es boliviana? ¿Cuánto invaden los salares y el territorio bolivianos en busca de riquezas? ¿Cuánto han violado los tratados de 1904? ¿Y cómo se han apoderado del río Lauca y desde el año 1908 de la aguas producto de los manantiales del Silala? ¿Cuántas veces han ingresado al Silala “para inspeccionar” los manantiales y quién les puso obstáculo alguno?

Habría también que preguntar: ¿Cuánto ha incumplido Chile el Tratado de 1904, lo ha ignorado y ha mentido en sentido de que respeta lo acordado con Bolivia? ¿Cuántas veces han ofrecido compensaciones por el uso de las aguas de los manantiales del Silala y luego han desconocido su propia palabra? Llegaríamos al infinito con preguntas que los gobiernos de Chile no se atreverían a responder salvo recurriendo a la mentira. Hoy, ante nueve bolivianos apresados, sienten que deben descargar toda su inquina con tal de inferir a Bolivia cualquier daño hasta atentar contra su dignidad.

Desde siempre se ha reconocido que la Justicia chilena actuaba bajo principios morales, ajustada a las leyes y a los derechos humanos, que su independencia y libertad para administrar justicia no aceptaba ni recibía presiones de nada y menos de los otros poderes de Chile; pero, ahora, seguramente tan sólo por la presión de su gobierno, han decidido violar lo que siempre habían respetado y condenar a nueve bolivianos con la sentencia de expulsión, pago de una multa y prohibición de pisar territorio chileno. No se tomó en cuenta los maltratos ocasionados, las afrentas de tenerlos enmanillados de manos y pies como si se tratara de delincuentes confesos capaces de las peores fechorías y, lo peor, haberlos tratado a golpes y presiones de toda naturaleza e inclusive causado humillaciones a sus familiares; una justicia pues, que, por decisión de su gobierno, deja de ser orgullo para Chile.

El gobierno chileno, obsecuente servidor y cumplidor de las disposiciones de sus fuerzas armadas, una vez más demuestra que no hay justicia ni ley ni derechos humanos con tal de contentar a quienes buscan más oprobio, injusticia y ofensas a la dignidad de los bolivianos, así todo ello esté representado tan sólo por nueve personas. Pobre y baja calidad de un gobierno democrático que ha dispuesto que “la justicia chilena actúe bajo presión, voluntad y conveniencia política”.

Desde siempre, los bolivianos hemos actuado bajo principios de respeto y consideración -salvo casos de intemperancia- por quienes nos arrebataron lo que fue nuestro; se han mantenido las relaciones comerciales más efectivas y convenientes para ambos países; hemos hecho reclamos acordes con nuestros derechos y conforme a principio de moral y justicia. Está pendiente en la Corte Suprema de Justicia de La Haya nuestro reclamo para conseguir justicia y no precisamos recurrir a subterfugios y mentiras que ofenden a la misma historia chilena porque la verdad está con nosotros, verdad con la que están convencidos muchísimos países del orbe y consta a organismos internacionales como Naciones Unidas y la OEA pese a comprobar que ninguna de estas entidades no puede o no se atreve a siquiera sugerir remedios para solucionar una injusticia que es baldón no sólo para Chile sino para la misma conciencia internacional ajena a no dar solución a magnos problemas que lastiman la dignidad.

Chile, acorde con sus políticas gubernamentales y voluntad de sus militares, no hará nada positivo por Bolivia; al contrario, endurecerá su posición porque su soberbia lo obliga a desterrar todo principio de justicia y verdad.

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