Es urgente decidir por opciones portuarias

Falta de voluntad política del Gobierno e indecisión de los exportadores privados se unen para seguir dependiendo de los puertos chilenos, como sucedió y sigue sucediendo indefinidamente, esto de espaldas a las irregularidades que ofrece principalmente el puerto de Arica y, en especial, en los últimos años. Desde 1992, año de un Acuerdo de Cooperación e Integración firmado por los presidentes Jaime Paz Zamora y Alberto Fujimori, se acordó el acceso de Bolivia a una vasta playa en Ilo, con fines turísticos y recreativos, muy próxima al puerto correspondiente. Durante 25 años los sucesivos gobiernos no “movieron un dedo” para aprovechar dicha concesión.

Al presente se plantea 4 opciones para acceder al Pacífico y al Atlántico, y disminuir la dependencia de Arica e Iquique. Así se tiene Matarani-Ilo, Puerto Busch, el canal Tamengo Paraguay-Paraná y el Ferrocarril Santa Cruz-Yacuiba y su conexión con el sistema ferroviario argentino. Para el efecto se encuentran a la mano los puertos de Rosario y Montevideo, habida cuenta de acuerdos bilaterales existentes en ambos casos.

Puerto Busch requiere una fuerte inversión a la que debió darse prioridad en los años de bonanza que disfrutó el Gobierno, no obstante el financiamiento nacional e internacional es plenamente factible. No deja de ser curioso que la ampliación de la capacidad de Ilo -puerto peruano- requiera inversión boliviana que, según distintas apreciaciones, sería de 280 millones de dólares y, por otra, 700 millones de la misma moneda. Sin duda son palabras mayores, si bien es posible interesar al hermano país para dicha ampliación a su propio coste, inversión que de inmediato le generaría apreciables ingresos, si gobierno y privados bolivianos adquieren un compromiso irrevocable de trasportar determinados miles de toneladas anuales por Ilo.

En orden a estas finalidades, reviste urgencia que nuestro Gobierno se interese seriamente en invertir de modo coadyuvante, si fuera necesario, en el proyecto Ilo. Matarani, con la venia peruana, es un puerto disponible y solo hace falta que por la distancia algo mayor los exportadores nacionales se decidan a erogar un poco más. Este traslado brindaría seguridad al despacho de su carga, evitando el maltrato y las contingencias que sufren los transportistas y en aras de la dignidad del país.

Con las opciones por el Perú, no se debe descartar de ningún modo el impulso que hace falta en Puerto Busch y los potenciales aledaños fluviales del Oriente, de modo que la soya y otros productos sean exportados por esa vía, descongestionando la carga por el Pacífico. El Gobierno no puede seguir eludiendo estas inversiones necesarias e importantes, así como las tratativas consiguientes, si aspira a estimular una producción de carácter exportador.