El primitivismo de la violencia

El deporte es una manera de recrear las habilidades físicas y mentales, pero en ningún caso se lo debe comprender como una competencia de fuerza y de golpes. En el boxeo, entre otros, se incurre en esto último, con lo que los enfrentamientos son convertidos en expresiones del primitivismo humano, cuando la vida estaba sometida a la sobrevivencia física.

Resulta inclusive antihumano que sea un espectáculo, en el caso del boxeo, erróneamente entendido como distracción y hasta diversión. De acuerdo con los preceptos de la Iglesia Católica, el cuerpo humano es una manifestación de la creación divina. Al ser tal, tiene que ser respetado y protegido, jamás sujeto a la violencia de los golpes, a veces con consecuencias de inferir daños al rival y hasta hacerlo sangrar. Estos extremos pueden ser efecto de la tortura infligida por gobiernos o personas desquiciadas, que atentan contra la vida humana.

Desgraciadamente, la política se la está entendiendo como un concurso de brutalidades y no de ideas, ni de conceptos asentados en ideologías producidas por el pensamiento y la creatividad de los seres humanos, que por su origen y naturaleza tienen que estar revestidas de dignidad y conceptualmente como resultado del pluralismo de las ideas.

En los tiempos primigenios de la humanidad, ciertamente prevalecía la violencia para imponer una supuesta autoridad o supremacía, sustentada en el mayor recurso de la fuerza física. Pero esto no puede seguir aconteciendo en la civilización actual.

Precisamente, por tratarse de cultura, las diferencias en las ideas y las acciones tienen que ser admitidas y respetadas, en todos los niveles del accionar y pugnacidad que puedan darse en ellas.

Al asimilarse estos principios y conceptos como seres humanos normales, lo que se hace es honrar la vida, que es o debe ser inviolable y sacrosanta. En cambio, es repudiable que se recurra a la violencia, en particular, con personas apresadas o que están recluidas en las cárceles. Bastante sanción es privarles de la libertad, por tanto es un exceso de autoridad y de respeto al cuerpo humano aplicarles golpizas o sanciones que tienen que ver con la violencia.

En la actualidad, los jóvenes son los más propensos a la violencia, en especial cuando consumen unas cuantas copas de bebidas alcohólicas. Si como personas sanas advierten que tienen tendencia a la violencia, será mejor que jamás lleguen a la embriaguez, para no perder la razón y de esa manera no promover golpizas, puesto que es posible incluso causar muertes, y por ello tener que sufrir penas de cárcel por decenas de años.

Ha cometido deplorable error el Ministerio de Educación al suprimir las horas cívicas, pues en ellas era donde se inculcaba a los niños y los jóvenes el respeto mutuo, así como la calidad que deben tener los seres humanos, esencialmente en cuanto concierne a tener preferencia por la paz y la amistad. Esa materia era mucho más importante que las restantes, porque de ella dependía la índole de sociedad que se quiere tener en Bolivia.

Estos valores esenciales tienen mayor significación en los hogares, empezando por el amor y el respeto recíproco entre los padres, los que por la fuerza de su práctica tienen que ser derivados hacia los hijos y de éstos hacia sus progenitores.

En concreto, los hogares tienen que ser los reinos de la paz y del amor, a la vez de hacerlos extensivos a la familia y, de ese modo, tendrán arraigo pleno en el conjunto de la sociedad.