El consumo no se da sin recursos

Mercado interno requiere del externo para su dinamismo

• En el informe de Política Monetaria del BCB, el presidente del ente emisor, Pablo Ramos, señaló que entre abril, mayo y junio, la liquidez bajó, pero desde julio la situación tiende a normalizarse • Los sectores privados ayudaron al crecimiento del 3,34% del PIB, mediante el consumo y la inversión, complemento del gasto público

El Gobierno no acepta que la economía nacional ingresó en una desaceleración, y para argumentar esta posición separa la demanda interna de la externa, sin tomar en cuenta que una está ligada a la otra. Los altos precios de las materias primas lograron buenos ingresos para el país, lo que permitió dinamizar el consumo.

El artículo escrito por el economista José Gabriel Espinoza, dice que le preocupa la constante negativa del Poder Ejecutivo sobre la desaceleración de la economía.

En recientes declaraciones a EL DIARIO, el economista y docente de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), Ernesto Bernal, y el gerente general del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez, coincidieron, por separado, que la economía ingresó en un proceso de desaceleración.

Como se recordará, hace un par de semanas se presentó un informe trimestral de la economía nacional por el ministro de economía y Finanzas Públicas, Mario Guillén, quien informó que el país creció en 3,34%, en este período.

Y dijo que a pesar del bajo crecimiento, comparó el mismo con años anteriores, que registró similar cifra, y que hasta finales de año el porcentaje crecerá, y confía en llegar por encima del 4%, pero no aseguró alcanzar el proyectado en el presupuesto general, 4,7%.

Entretanto, el presidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Pablo Ramos, en su informe de Política Monetaria a julio de 2017, dijo que harán todos los esfuerzos para alcanzar lo proyectado en el Presupuesto General, de 4,7%.

Tras la leve recuperación de la economía de Brasil, Ramos dijo que eso permitirá salir de la cifra negativa a los hidrocarburos, ya que el volumen de venta de gas aumentaría.

En el informe trimestral se muestra que las materias primas registraron datos negativos, minería e hidrocarburos, y toda la actividad ligada a estos dos sectores, pero ahora esperan que la situación mejore y se llegue a un crecimiento mayor, que deberá estar por encima del 4%.

DESACELERACIÓN

“Los datos del PIB trimestral lo confirman, en el primer trimestre de 2017, el ritmo de crecimiento de la economía ha sido el más bajo en los últimos siete años, y si vemos los datos anuales, llevamos tres años consecutivos en los que las tasas de crecimiento son menores a los de la gestión pasada, lo que significa, sin duda, un proceso de desaceleración”, argumenta Espinoza.

Y para negar ese hecho, los economistas del ministerio han recurrido a malas interpretaciones, cuando no falsas verdades. Una de ellas es separar la demanda interna del sector externo.

Explica que Bolivia es un país sumamente abierto al comercio internacional, y más allá del hecho de que los precios de las materias primas siguen siendo un factor relevante para el crecimiento de la economia, es claro que el incremento del consumo interno se logró gracias al alza de los precios de las exportaciones.

Pero también lo confirma la autoridad del Estado al indicar que Brasil arrastró a Bolivia hacía un menor crecimiento, pero insistió que la demanda interna empuja a la economía nacional hacia un crecimiento.

Los economistas están de acuerdo con la autoridad de economía, pero sostienen que el mismo no será a los niveles de la pasada gestión, y que el porcentaje podría pasar el 4%, pero no llegar a lo estimado.

MATRIZ PRODUCTIVA

En reiteradas oportunidades, los entrevistados por este medio indicaron que la matriz productiva no se ha logrado y el país mantiene su estándar de crecimiento, mediante la venta de materias primas.

Por ejemplo, el economista Dario Monasterio señalaba que la crisis externa y los precios bajos de las materias primas, presentaban un panorama similar a años pasados cuando los valores de los minerales caían.

La matriz productiva no se modificó y no se alentó nuevas industrias, más todo lo contrario, se asfixia a las empresas con normas laborales, impositivas y alzas de los servicios.

En ese marco, Espinoza sostiene que el cambio en la matriz productiva no se ha dado, y la única manera de obtener recursos para importar es a través de exportaciones de materias primas, por lo que una caída de las mismas reduce el ingreso disponible para sostener el consumo interno. Al final, seguimos bajo la consigna liberal (liberal del siglo XIX): exportar o morir.

Ante ese panorama negativo, Rodríguez sugería que uno de los sectores que puede cubrir en parte el vacío que dejaron los precios bajos del petróleo, es la agricultura, y por lo tanto las autoridades deben apoyar a este rubro.

Dentro los datos estadísticos presentados por Guillén, muestra que en el primer trimestre el sector de la agricultura creció más que las demás áreas, seguido de la construcción.

POLÍTICA RENTISTA

Por otra parte, Espinoza señala que sostener que el principal motor del crecimiento es el consumo es una falacia, ya que la mayor compra de los hogares y del sector público ha sido posible gracias a una política rentista.

“Nada tiene que ver con mayor inversión o fortalecimiento del aparato productivo, sino que depende de precios y demanda externa, ambos, como el mismo Ministro admite, fuera del control de los bolivianos. Lo que sostiene a la economía boliviana son las rentas sobre los recursos naturales”, apunta.

Que sean los sectores como la construcción, el comercio y la administración pública los que más crecen tampoco es tan bueno como quieren hacernos ver. Estos son sectores “no transables”, es decir, atados al desempeño de aquellos sectores productivos y vinculados a las exportaciones, agrega.

Asimismo, argumenta que el crecimiento del PIB del sector público, que entre 2013 y 2015 había crecido a un promedio del 8,5% (cuando hubo doble aguinaldo gracias a los altos precios del gas), en 2016 cae abruptamente al 4,3% (ya sin doble aguinaldo), lo que muestra que estos sectores dependen de los ingresos por exportaciones y difícilmente generan movimiento económico por sí solos.

CENTRALIZAR

Además, pretender centralizar las decisiones y los recursos profundiza la desaceleración. Mientras que los gobiernos municipales y departamentales sufren un fuerte ajuste, obligándolos a despedir empleados, reducir sus inversiones y pensar en endeudamiento, el Gobierno Central incrementa la planilla de empresas públicas deficitarias, lleva adelante proyectos faraónicos que, como las cifras muestran, tienen cada vez menos impacto en el crecimiento y, en vez de impulsar medidas que fomenten la inversión privada, compite contra ella.

ACLARANDO TÉRMINOS

Hay que clarificar los términos: la desaceleración es una situación en la que el ritmo con lo que algo crece o avanza disminuye. En economía, desaceleración se entiende como la reducción temporal del ritmo de crecimiento del PIB. Por otro lado, la recesión es la reducción del valor del PIB, es decir, para que exista una recesión (palabras mayores) se debe registrar una tasa de crecimiento negativa. Técnicamente, un país entra en recesión cuando registra tasas de crecimiento negativas durante al menos tres trimestres consecutivos.

Crisis, en cambio, es un término más complejo de definir, quizás porque esta palabra está asociada a varios aspectos de la realidad de un país: hay crisis sociales, políticas o económicas (y normalmente estas se dan al mismo tiempo). Sin embargo, en lo estrictamente económico, una crisis se da cuando existen cambios que afectan negativamente la estructura productiva de un país, y cuyos efectos no son solo coyunturales, sino que son de largo plazo.

Para entrar en crisis económica, por ejemplo, no alcanza con una desaceleración (aunque es seguro que quien haya quedado sin empleo en los últimos meses no esté de acuerdo conmigo), sino que habría que llegar a una recesión relativamente larga (lo que se llama depresión). En este sentido, Bolivia en realidad no ha vivido una crisis económica fuerte al menos desde 1986, ya que la “estabilidad” de muchos de los indicadores macroeconómicos que el actual gobierno muestra como signos de éxito, se mantiene así desde la época neoliberal: tasas de inflación y desempleo relativamente bajas y movimientos suaves en el tipo de cambio nominal.

Incluso el ritmo de crecimiento ha sido positivo en casi todo el período previo al 2006, y no es significativamente diferente al actual, por lo que siendo estrictos y coherentes ni en la época neoliberal ni en la actualidad se puede hablar de crisis.

 
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