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Salvar al soldado Griezmann

El jugador francés es la esperanza de su país, para lograr una nueva Copa del Mundo como sucedió en 1998, en el Mundial realizado en su casa.


“Ni me toquéis a Griezmann”, les dice, sonriente, pero serio, Paul Pogba a los periodistas que siguen la actualidad de Francia en el cuartel general de Istra, a las afueras de Moscú..

El jugador del Manchester United sale en defensa de su compañero del Atlético de Madrid porque su rendimiento en los dos primeros partidos del Mundial de Rusia ha estado lejos del estatus de estrella que se le supone.

Griezmann es, sin duda, el gran referente de Francia, el hombre en el que todo el país tiene puestas sus esperanzas para levantar la segunda copa mundial de su historia.

Aunque frente a Australia fue objeto de un penalti que él mismo transformó y frente a Perú mejoró sus prestaciones, Francia espera más de “Grizou”, objeto de críticas en la prensa del país.

Pogba, otro de los pesos pesados del vestuario francés, acostumbrado también a recibir golpes en los diarios, fue tajante cuando le preguntaron por Griezmann: “Está muy bien, contento, luchando por el equipo. Es verdad que el último partido no ha marcado, pero eso no quiere decir nada. Ya veréis como mejora cada día”.

En los mismos términos se han pronunciado otros compañeros, que piden paciencia con el delantero.

Pogba ya dio la cara por Grizmann en la Eurocopa de 2016, cuando el “Principito” comenzó también irregular una competición que terminó como máximo goleador y mejor jugador.

El atacante del Atlético de Madrid no muestra ningún signo de inquietud. “Está siempre sonriente, es el que anima la concentración”, asegura Corentin Tolisso, que no le ha visto preocupado ni por su rendimiento en la selección ni por su futuro en el Atlético de Madrid.

Su inicio de Mundial se parece al que tuvo en la Eurocopa, sin duda su mejor competición con la camiseta francesa, clave en su clasificación para la final.

Entonces, llegó con 63 partidos en sus piernas y tras haber llevado al Atlético de Madrid a la final de la Liga de Campeones, que perdió en la tanda de penaltis contra el Real Madrid.

En los primeros partidos dio muestras de fatiga y el país, que quería celebrar en su casa otro triunfo de los “bleus” 18 años después de su primer Mundial, no ocultó su inquietud.

A medida que avanzó la competición, Griezmann creció, en consonancia con la mejora del juego de Francia, que se plantó en la final frente a Portugal.

Dos años más tarde, el rojiblanco desembocó en el Mundial de Rusia tras una temporada en la que ha jugado 60 partidos, incluido la final de la Liga Europa contra el Olympique de Marsella en la que, esta vez sí, levantó su primer gran título.

También ha dejado entrever signos de cansancio en los primeros partidos, lo que ha motivado que el seleccionador, Didier Deschamps, le haya sustituido en los dos primeros duelos. A los 70 minutos en el primero contra Australia el pasado día 16 y a los 80 cinco días más tarde frente a Perú.

El técnico le reprochó en la charla posterior al partido contra Australia su falta de movilidad, según medios locales, aunque en público defendió su rendimiento y garantizó su titularidad.

En la Eurocopa pasó algo parecido y Deschamps también fue dosificando a su estrella, que fue de menos a más.

Tal era su estado físico, que el seleccionador le dejó en el banquillo en el segundo duelo contra Albania, aunque tuvo que recurrir a él en el minuto 66, una salida providencial porque abrió el marcador en el minuto 90, el primero de los seis goles con los que cerró aquella competición.

Por eso en Francia no hay inquietud sobre el estado de su figura, que podría descansar el próximo martes frente a Dinamarca, un partido en el que los “bleus” se juegan solo acabar primeros de su grupo, para lo cual les basta un empate.

EFE

 
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