La economía verde como solución para el TIPNIS

Félix Andrade Q.

El problema del TIPNIS de ser de carácter ambiental pasó a ser político. La anterior marcha de indígenas fue objeto de brutal represión de parte del oficialismo y logró simpatía y apoyo ciudadano por cumplir su misión de defender el Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). Otra posterior marcha de cocaleros y colonizadores finaliza sin pena ni gloria, alentada por el Gobierno, exigiendo la carretera por el corazón del TIPNIS.

Estas marchas y contra marchas no son positivas ni para los protagonistas ni para el país, pues están llevando a una división más profunda del país o tal vez a una confrontación entre originarios y cocaleros y colonizadores.

El problema de fondo es el desarrollismo a toda costa y el fundamentalismo del medio ambiente, por lo que se deduce que se hará el camino carretero sí o sí, porque así lo determinó el Gobierno nacional. Esto significa la abrogación de la Ley corta firmada con los originarios de las tierras bajas y el libre ingreso de los cocaleros y colonizadores al territorio del TIPNIS, aun con la aviesa intensión de talar el bosque y cultivar coca, que resulta un jugoso ingreso económico por la demanda creciente de esta hoja milenaria por el narcotráfico.

Así vistas las cosas, se perfila un panorama sombrío y por varias notas publicadas sabemos que el Gobierno tiene claro el camino de orientación capitalista, extrayendo y exportando a toda costa los recursos naturales no renovables. De ahí la machacona decisión de construir la carretera por el TIPNIS porque también allí hay recursos inexplorados de la flora e hidrocarburos. En otras palabras, continuamos con la depredación de los suelos, y en el futuro nuestros hijos y nietos subsistirán en terrenos desérticos y sin vegetación. Ya se deforestó 5 millones de hectáreas en tierras bajas en 30 años, como señala el politólogo Diego Ayo, por el fundamentalismo del mercado y el fundamentalismo del medio ambiente.

¿Frente a estas posiciones habría una tercera? El mismo politólogo habla de esa tercera opción conocida como economía verde. El PNUD hizo conocer las enormes posibilidades de este nuevo modelo que combina mercado con respeto a la naturaleza. Según otras investigaciones la mejor opción es buscar transferencia tecnológica para los eslabones primarios de la economía, reimpulsando el valor de tierra, agua y bosque. Esta sería la mejor opción, la única, pues el desarrollo verde puede resultar más lucrativo que la mencionada carretera.

EL informe para el medio ambiento del PNUMA no sólo considera una economía verde como opción pertinente para las economías más desarrolladas, sino también un catalizador del crecimiento y de la erradicación de la pobreza en las economías en desarrollo. Y es que cerca del 90% del PIB mundial depende de la naturaleza con capital natural, como los bosques o el agua dulce. Muchas de las subvenciones, como los plaguicidas, generan daños ambientales e ineficiencias en la economía mundial, de ahí que su progresiva eliminación generaría múltiples beneficios, liberando recursos para una transición a una economía verde.

En otro acápite el PNUMA dice que al no tocar los bosques (la “intangibilidad” que con doble sentido maneja el Gobierno), se puede evitar las emisiones de gases de efecto invernadero. Se calcula ganancias de 3.7 billones de dólares si estos territorios fueran utilizados como espacios de recreación, regulación hídrica o almacenamiento de carbono, explotando el turismo, con reservorios de agua que pueden ser bien comercializados.

El mismo afirma que del 25 al 50% de los 640 millones de dólares del mercado farmacéutico provienen de recursos genéticos que se encuentran en los bosques, como el TIPNIS. Habla también de oportunidades para el desacoplamiento de la generación de residuos, con recuperación y reciclaje. Por ejemplo en Brasil el reciclaje ya genera 2 millones de dólares anuales y permite evitar 10 millones de toneladas en emisiones de gases del efecto invernadero.

Adim Steiner, subsecretario general de la ONU y director del PNUMA, expresó que “tenemos que dejar atrás viejas polaridades como la disyuntiva entre desarrollo y ambiente entre Estado y Mercado”. La deforestación es también responsable de cerca del 20% de las emisiones de gases del efecto invernadero. En fin, este informe toca diversos tópicos, como que el sector de la construcción es el mayor responsable de la emisión de gases del efecto invernadero, el sector de transporte en términos de contaminación, etc.

Si el Gobierno analizara en profundidad este estudio del PNUMA, tendría otra visión de la explotación y defensa del medio ambiente y sería diferente el manejo de la economía del país, pero “gobernar obedeciendo al pueblo” es sólo para cocaleros y colonizadores que están obsesionados con extender el cultivo de coca en el TIPNIS. Además están los desbosques para el cultivo mecanizado, sobre todo de soya. Por todo ello tiene la palabra el Gobierno.

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