Abolición de palabra de la esclavitud


La mayor tragedia de un país es haber perdido la memoria. En otras palabras, en esa forma se trata de desconocer los hechos históricos, actitud que constituye la base para expresar bochornosas falsedades o bien repetir lamentables aberraciones. Tal fenómeno, conocido como amnesia, se produce con frecuencia en Bolivia y es, por supuesto, una de las causas para que el país siga “avanzando hacia atrás”.

Desde hace algún tiempo esferas oficialistas han estado insistiendo en que se luchará contra la esclavitud y se adoptará enérgicas medidas necesarias para su abolición. Al respecto se hizo sendos anuncios y declaraciones, los cuales, sin embargo, terminaron cual pompas de jabón, por lo cual no se avanzó en los hechos y la situación sigue siendo la misma. Tan ruidosas ofertas fueron tan vacías que aun pasados varios años, se las repite y lo que resulta más notable es que los ofrecimientos se convierten en simples palabras que se las lleva el viento.

En cuanto a la pérdida de la memoria histórica, en primer lugar se debe recordar que la esclavitud fue abolida en Bolivia en el momento de fundación de la Nación, decisión incluida en la primera Carta constitucional. Es más, sucesivas constituciones insistieron en dar fin a ese sistema, señalándose inclusive que cualquier esclavo que ingresase al territorio boliviano, de inmediato y automáticamente perdería esa condición. Inclusive es destacable que la esclavitud fuera abolida en Bolivia 50 años antes de que lo hiciese Estados Unidos.

En realidad la esclavitud -un sistema de explotación del hombre por el hombre en grado extremo- no se la volvió a conocer en Bolivia desde 1825 y las diversas proclamas posteriores en ese sentido se limitaron a poner fin a cualquier resabio que estuviese sobreviviendo de ese régimen. Lo que sí quedó y fue desarrollado masivamente, fue otro sistema de opresión al ser humano, que fue el colonato, sistema de explotación que corresponde al régimen feudal, muy distinto y menos duro que el de la esclavitud.

Pese a esos antecedentes, ahora el presidente Evo Morales ha vuelto a hacer la proclama de “abolir la esclavitud”, en oportunidad de una visita a la comunidad guaraní de Kuruyuqui, población que conmemoró que hace más de un siglo fue objeto de una increíble matanza, que es recordada en algunos informes aislados y en un libro titulado “Masacres y levantamientos campesinos en Bolivia” (Editorial “Juventud”), el mismo que narra en detalle ese trágico episodio, tal vez el más sangriento que se recuerde en la historia de Bolivia.

Poco tiempo atrás, autoridades agrarias denunciaron que en ciertas zonas de los departamentos de Chuquisaca y Santa Cruz, la población guaraní estaba sometida a formas de explotación esclavista. Sin embargo, pese a las ruidosas proclamaciones, no se hizo algo al respecto, al extremo de que ahora el Jefe del Estado conminó a sus funcionarios dependientes a acabar con la esclavitud de esa población y adoptar medidas para salir del atraso.

En efecto, en oportunidad de esa visita a la comunidad Ibo, el presidente Morales también reflexionó a los comunarios y les recomendó no volver a caer “en la actitud traidora de algunos dirigentes indígenas”, haciendo memoria, al mismo tiempo, de que el dirigente Tumpa murió ahorcado, “porque un compañero lo traicionó en marzo de 1892, cuando estaba refugiado tras la masacre del 28 de enero”.

De todas maneras, estando establecido que los esclavos fueron manumitidos en Bolivia en 1825, que al respecto se dictó numerosas medidas constitucionales, que los recientes esfuerzos fueron inútiles y que en esa región subsisten “resabios” de la esclavitud, sería suficiente dar cumplimiento a las disposiciones constitucionales dictadas hace más de 170 años o, en su defecto, dictar (y no sólo discursear) medidas concretas e inmediatas para poner fin a ese problema y no limitarse a ofrecer un coliseo o, a lo más, recomendar a los funcionarios subalternos que hagan algo para poner fin a lo que se considera como formas de esclavitud.

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