Urbano


“Después de un viaje no tan corto como lo esperaba por fin llego a la Ciudad del Pagador donde a la entrada un casco minero gigante me da la bienvenida. Al carnaval he venido ya varias veces pero ésta es especial. Mi principal y primer destino es consumir uno de los platos típicos más excéntricos que la gastronomía mundial puede ofrecer… el rostro asado. Al bajar del bus

presurosamente abordo un taxi al cual comando me lleve al alojamiento más cercano. Al llegar al recinto en cuestión, enorme es mi sorpresa porque termino pagando más que en años anteriores, lo cual se constituye en una tarifa equivalente a un hotel de tres estrellas cuando el lugar en cuestión no cuenta si quiera con agua en los sanitarios; no importa. Son los gajes del carnaval. Ya asoma la luna y al unísono crece mi avidez por alimento. Eso sí, no cualquier alimento, emprendo viaje a por una mítica cabeza de cordero bien frita. El aire carnavalero ya se vive a full y la gente en las calles desborda alegría al igual que derivado de cebada enlatado en los bolsillos. Al realizar una improvisadísima consulta popular, la gente coincide en que si quiero comer un buen rostro asado debo dirigirme en este mismo momento al mercado. A mi llegad a una casera pregunta amablemente - ¿Qué te vas a servir joven? A lo que respondo casi de forma involuntaria y ansiosa – Dame la parte superior del borrego, caserita. ¿Ja? – pregunta ella. Dejando a un lado mi afán de ser elocuente – Dame un rostro asado – alego. Me siento en unas improvisadas sillas elaboradas con largos tablones y la espera se hace casi eterna. A su regreso, la caserita me ofrece un paquete envuelto con papel periódico y dice – Servite. Ya con más duda que empeño abro el paquete y me encuentro con el anhelado pseudo manjar y reparo en que deberían servirlo por lo menos acompañado de un buen cepillo de dientes ya que abunda el pasto en la dentadura. Al notar mi dubitativa actitud la señora dice – Chupale el ojito, es lo más rico siempre. Sin haberme convencido de nada, procedo al pago de mi comida que la dejo intacta sobre la mesa y mientras me retiro con soslayo me pregunto - ¿Qué tan guapo habrá que ser para poder lidiar con la mirada fija de tu propio alimento?”

 
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23 AÑOS DE LA REVOLUCIÓN DE LA CANDELARIA

Mons. Giambattista Diquattro, la encargada de Negocios de México, Claudia Velasco; el representante de la ONUDC, César Guedes, y la encargada de Negocios de Panamá, Mirlo Guerra.


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