Crónicas desde Tiquipaya


Con el caluroso clima característico del valle boliviano, las delegaciones internacionales llegaban una a una hasta la sede del evento en Tiquipaya.

Un importante contingente policial está desplazado por varios kilómetros a la redonda y el control antes de llegar a la sede de la Asamblea General, en el hotel Regina, se intensifica a cada cuadra. En algunas casas de colocaron banderas tricolores, así como algunas whipalas y las insignias características de Cochabamba.

No faltaron grupos de activistas ecológicos que aprovecharon la oportunidad para demostrar su apoyo a la novena marcha y la defensa del Tipnis. Carteles de “El Tipnis no se toca” o “Respeto a los pueblos indígenas” eran mostrados a cada vehículo que cruzaba las avenidas rumbo a Tiquipaya.

La expectativa de los medios se centró en la reunión que sostuvieron los representantes indígenas con el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, mientras los delegados internacionales hacían uso de la palabra en el diálogo de los jefes de delegación.

Indígenas de Brasil que se hicieron presentes en Tiquipaya, manifestaron que la polémica por la construcción de la carretera Villa Tunari – San Ignacio de Moxos responde a intereses de transnacionales y anunciaron que analizarán su respaldo a la marcha de Tierras Bajas.

En tanto, los periodistas se iban turnando en las computadoras del centro de prensa, instalado en la parte trasera del hotel, demostrando que no hubo un cálculo apropiado para facilitar esta herramienta a los informativistas, no sólo nacionales sino a los corresponsales y enviados a la región.

En la plaza de Tiquipaya, a unas ochos cuadras del evento, se desarrolló una feria de los ministerios y las FFAA con stands donde cada despacho presentaba publicaciones sobre la ejecución de carteras como Obras Públicas, Vivienda, Agua, Relaciones Exteriores o la Naval boliviana.

La espera se hizo larga para la sesión inaugural de la Asamblea General. Personal de apoyo, diplomáticos, seguridad y periodistas tuvieron que pasar las horas de distinta manera, en tanto el coliseo de la Univalle iba acogiendo a los visitantes, aunque el foro no estuvo lleno.

La llegada de los mandatarios y los representantes internacionales estuvo enmarcada por manifestaciones espontáneas que superaron el protocolo de estos actos, con organizaciones sociales que pedían mar para Bolivia e incluso llegaron a cuestionar al secretario general, José Miguel Insulza, excanciller chileno. Algún soldado de los Colorados no pudo evitar aplaudir cuando se pidió mar boliviano, mientras una bandera chilena era levantada justo delante de él.

No faltó la propaganda gubernamental con una nota audiovisual corporativa sobre las políticas adoptadas por el gobierno de Evo Morales que tuvo fallas técnicas que no pasaron desapercibidas.

Insulza hizo uso de la palabra destacando la labor de la OEA apuntando a abordar el tema alimentario y la unidad regional.

Finalmente el mandatario Evo Morales, como presidente anfitrión, se dedicó a citar las conocidas políticas de su régimen y citó al comandante Marcos, guerrillero de Chiapas, México quien habría dictado “gobernar organizando al pueblo”.

Críticas a la labor de la OEA, “con mucho respeto” apuntaron a crear otro organismo o refundar a ésta bajo criterios de los gobiernos que imperan en el actual bloque regional.

 
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