Confites endulzan fiestas de carnaval


Los pequeños dulces de colores, más conocidos como confites, son tradicionales en la ch’alla de las fiestas de carnavales porque se dice que es un alimento para la Pachamama.

La familia Zabala que tiene su taller en la calle Illampu de La Paz es una de las pioneras en la elaboración de esta golosina, relató a EL DIARIO la fuerza y dedicación con la cual se trabaja en el rubro

El carnaval no sólo debe ser alegría, sino dulzura, con ese pensamiento trabajan aquellos hombres que con sus fuertes manos deben sostener un turril, batirlo energéticamente y levantarlo.

“Es complicado para mucha fuerza por eso normalmente los hombres hacen este trabajo mascando coca, tomando cerveza. Sacudir es difícil porque es bien pesado el trabajo con turriles”, dijo Cielo Zabala, una de las nietas de la familia que elabora los confites en la calle Illampu por más de 30 años.

Las “miski bolitas” o confites no sólo son un elemento para la ch’alla sino para el deleite del paladar, pues desde pequeños hasta grandes disfrutan de su dulzura.

Su preparación lleva un tiempo, para la elaboración de 5 quintales, se trabaja con dos semanas de anticipación y familias como la de Zabala elaboran casi todos los días, pues la tradición de la familia es ofrecer el confite todos los días del año.

“Toda la familia vende, es una tradición de más de 30 años que nosotros hacemos confites desde el abuelo, ahora somos los nietos quienes ya vendemos”, sostuvo Zabala. Explicó el procedimiento de la elaboración del confite, donde el primer paso es hechar azúcar a un recipiente de material fuerte y metálico.

“Se echa el azúcar a unos turriles cortados, se pone el fuego fuerte, se pone sobre dos hornillas, se empieza a cernir echando limón”, al agitarlo se van separando en varias esferas de diferentes tamaños y se los clasifica por tamaño.

“Una vez que se acaba este procedimiento, todo sale blanco, se agarra, se pone los colores y se empieza a teñir de cada color. Se mezcla dentro de una bolsa grande hasta que tome el color”, sostuvo. El trabajo no termina ahí, porque luego de darle forma circular y ponerle color se debe esparcir sobre bandejas para que sequen y mantengan la forma.

“El azúcar sale fresco, muchas veces se pega, entonces dejamos que seque por lo menos por mediodía, sino hacemos eso se puede unir y se hace bollos”, relató. Cuando seca la “miski bola” recién proceden a embolsarla para venderla por menor y por mayor.

“Un quintal del confite menudo está a Bs 520, del grande Bs 410, vendemos año redondo en la calle Illampu, entre la Sagárnaga y Santa Cruz”, expresó.

Desde el pasado viernes muchas personas hicieron la compra del confite para brindar una ofrenda a la Pachamama, el ritual continuará hasta mañana cuando las familias ch’allen sus propiedades.

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