UNIVERSIDADES Y JUVENTUD
Víctor Manuel Guzmán Villena

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La gran mayoría de habitantes del planeta solemos estar motivados e impulsados por los vientos que traen la sociedad de consumo y sus influyentes mensajes comunicacionales que conllevan la sustitución del valor funcional por el valor atractivo, que los inducen a participar en una competencia sin límites por adquirir. Lo dicho en el mundo externo puede ser aplicado a nuestro mundo interior, ante los turbulentos altibajos que se padece diariamente debido a la preocupación y la angustia que acarrea el diario vivir.
Es común observar como la gente pone en peligro su vida, sus consideraciones éticas y su felicidad ante la posibilidad de ganancias financieras desmedidas, por una alabanza o por pertenecer a determinado círculo de la fama donde les hacen sentir un triunfador. Es fácil responder a estas fuerzas impulsadoras con reacciones que nos haga temblar y perder de vista nuestras metas éticas y morales. Es como distraerse un segundo y perder el control del vehículo que conduces que nos hace desviar y causar un accidente. Estas fuerzas que actúan siempre están en contraposición del eje deseo y aversión y son placer y dolor, ganancia y pérdida, alabanza y culpa, fama y vergüenza. Esta lucha de los polos opuestos nos pone en la disyuntiva de escoger uno de los caminos, pero el apego por el placer, la ganancia, el orgullo y también podemos nombrar el hambre de fama, constituyen fuerzas poderosas que nos pueden atormentar a veces con la ferocidad del huracán, arrastrándonos de un lado a otro como hojas al viento y sumergirnos en la angustia y depresión.
Miremos a nuestro alrededor en el mundo de los negocios y veremos a las fuerzas mundanas que soplan sobre la gente arrastrándolas en todas direcciones. Para tomar el pulso a la forma en que puede ser llevado por estos vientos, detengámonos un momento y observemos como queda la gente atrapada en el eje del placer y del dolor. Encuentra difícil, y a veces imposible superar sus impulsos y resistencias a hacer lo que debe ser hecho correctamente, para no salir lastimada o angustiada, dominan sus pensamientos de pérdida o ganancia. Se sienten fácilmente inflados o desinflados como para que la alabanza o la culpa tranquilice o estropeen su ego sintiendo la añoranza por la fama de ser el centro de la escena y temen la vergüenza del riesgo del que dirán de su circulo si fracasa. Mientras no logre superar estos traumas no podrá ser feliz, libre, ser él mismo, genuino y auténtico.
Por tanto siempre debemos en cualquier acción diaria a desarrollar, centrarnos y dirigirnos hacia lo interno que, sin importar lo que suceda en el mundo de los mitos sociales externos, estemos en contacto con nuestra innata naturaleza que nos conduzca a la felicidad en este mundo existencial. Debemos guiarnos por nuestros propios principios en lugar de reaccionar a las condiciones momentáneas y a las circunstancias temporales. Al ir por la vida con las manos colocadas en el volante de la conciencia, estamos prestando atención; comprendiendo la causalidad y el modo verdadero en que operan las cosas. La mayoría por supuesto, estamos todavía mirando fijamente el espejo retrovisor y preguntándonos por qué terminamos perdidos o encunetados al manejar el carro de nuestras vidas.
Es fácil quedarse enredados en nuestras metas mundanas donde perdemos la visión de toda nuestra gran obra maestra que vamos plasmando.
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