[Manfredo Kempff]

Por fin la cordura


Bolivia es un país imprevisible porque cuando parece que todo se hunde, que se pierden las esperanzas, he ahí que surge la sensatez, el sentimiento de patria, y la caída al vacío se detiene. Es lo que ha sucedido en las últimas horas con la conformación de la llamada Concertación de la Unidad Demócrata (CUD) de donde ha surgido el binomio Doria Medina-Suárez Sattori, como una carta para plantarle cara al MAS, que corría sin adversario a tomar el gobierno, inconstitucionalmente, por tercera vez.

Los bolivianos sabíamos que ir fraccionados a las urnas era suicida. Sabíamos que eso significaba servirle el poder en bandeja al prorroguismo masista. Ahora, por lo menos, estamos convencidos de que si S.E. gana ya no detentará el mando a su libre albedrío; sabemos que, cuando menos, se enfrentará con una Asamblea donde se le dará guerra. La meta de la oposición tiene que ser ganar las elecciones, naturalmente. Si no es posible, dado que el oficialismo cuenta con todas las ventajas habidas y por haber, hay que evitar que obtenga los dos tercios en las cámaras.

Doria no ha sido un candidato exitoso en las dos elecciones pasadas, pero ha aprendido a golpes y porrazos a conocer a sus adversarios. Sabe de sus métodos y de su absoluta mala fe, así que no se dejará sorprender. Hoy no puede exhibir un gran caudal electoral, pero eso crecerá día a día, cuando la gente se dé cuenta que no sólo S.E. estaba predestinado a gobernar a su arbitrio, abusivamente, sino que habían existido otros más confiables. Ernesto Suárez aportará lo suyo, sobre todo en el oriente del país, y será como el alma de esta nueva maquinaria que no podrá detener su ritmo desde ahora. Los experimentados partidos nacionalistas deberían estar en la alianza. Y Del Granado puede ser todavía parte de la hazaña.

Rubén Costas ha jugado, con habilidad política, el papel que le correspondía. Se hizo líder, creó un partido, aguantó una veintena de juicios, y ahora dirige un instrumento político que mira mucho más allá de las torres de nuestra catedral. Dio un paso al costado para sellar la unidad, pero se ha quedado en medio del fragor de la batalla como sostén de la lucha. El enemigo más detestado del masismo, al que siempre quisieron ver en la cárcel o el exilio, es hoy el hombre fuerte de esa oposición que resurge con ánimo de salvar lo que no ha sido destruido todavía.

El MAS no está tranquilo. No le ha gustado saber que va a ser detenido en su invasión al oriente. La toma de Santa Cruz parece nuevamente distante. Porque algunos cruceños desencantados ya tienen alternativa. Los escépticos reflexionarán. Ya no necesitan achicarse ante el forastero soberbio. El “percysmo” puede sacudirse del suave adulo pachacutista y alinearse con quienes debe. Sucede lo mismo en Beni, cuna de varones ilustres, bastión inexpugnable para S.E. Veremos si en Pando se da vuelta la tortilla pese a la forzada colonización masista. Y esperemos lo que suceda en Chuquisaca y Tarija. No, esto no le ha gustado al MAS.

El MAS dice que Doria y Suárez no tienen un programa de gobierno. Otros dicen que no es cuestión de echar del Palacio a S.E. En cuanto a lo segundo, desde luego que lo principal es echar del poder a S.E. por prorroguista, derrochador y mal gobernante. Así que juntarse para sacarlo del Palacio está plenamente justificado. En cuanto al programa, es mejor hablar de principios: hay que detener el despilfarro de las rentas del gas y de nuestros recursos naturales; invertir para la producción y no gastar millones para permanecer en el poder; garantizar la inversión para educación y salud; cortar con voluntad la corrupción y el narcotráfico; atemperar las diferencias raciales y regionales que han perjudicado tanto; y algo importante: el próximo presidente debe gobernar desde el Palacio y no dedicarse a inaugurar canchitas en vez de industrias. Hay que dejar atrás los años de bailecitos, mixtura y guirnaldas. No existe mandatario que gobierne desde los helicópteros porque para gobernar hay que pisar el suelo.

No se necesitan mamotretos técnicos que no los entienden ni los propios gobernantes, sino sentido común. Sentido común significa inteligencia. Ya habrá profesionales que elaboren una estrategia apropiada para aplicar correctamente los miles de millones de dólares que se están despilfarrando. Detener el gasto insulso es primordial porque vienen tiempos difíciles. Bolivia requiere de un período de austeridad. Los masistas se encontraron de golpe con algo que no conocían ni en sueños: el dinero. Plata a montones. Y se desquiciaron. Creyeron que gastar era hacer buen gobierno.

Mucha gente ha ganado dinero en estos años. Hay personas que se ha enriquecido por el buen momento económico. Pero los pobres siguen ahí. A ellos no les sirve para nada el satélite, ni subirán a un avión Falcon, ni a un auto blindado, ni tendrán acceso a las pantagruélicas cenas oficiales. ¿Qué decir de los masistas entonces?: fue el “dulce encanto de la burguesía” que los deslumbró y los engulló.

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