[Severo Cruz]

Tratado sobre los puertos boliviano – brasileños


Países amigos, grandes y pequeños, lejanos y cercanos, reiteraron a Bolivia la amistad más incondicional, los propósitos de cooperación y los sentimientos de solidaridad, mediante convenios o acuerdos bilaterales, firmados, oportunamente, a poco de haber sido marcada su independencia política. Actitudes que están debidamente inscritas en los anales de la historia diplomática.

Bolivia, que caminaba paso a paso por consolidar su nueva condición de República, sobre un extenso territorio que ofrecía inmensas cantidades de recursos naturales, renovables y no renovables, aceptó agradecida tales muestras de afecto, provenientes de la comunidad internacional.

En consecuencia, Bolivia, en los compromisos que adquirió con los países amigos antes de que se planteara el conflicto de 1879, lo hizo en consonancia con su cualidad marítima que se traducía por una salida libre y soberana al océano Pacífico, aspecto que fue debidamente tomado en cuenta, entonces.

En este marco la República de Bolivia y el Imperio del Brasil suscribieron el Tratado de Amistad, Navegación, Comercio y Extradición de XXX Artículos, en fecha 27 de marzo de 1867, en la ciudad de La Paz de Ayacucho. El documento respectivo fue firmado por el Ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia, doctor Mariano Donato Muñoz, y el Ministro Plenipotenciario, en Misión Especial, del Imperio del Brasil, en la República de Bolivia, doctor Felipe López Netto.

El tratado, que se firmó hace aproximadamente 148 años, se refiere, de una u otra manera, a un acercamiento diplomático de dos países con cualidad marítima, es decir Bolivia con salida al océano Pacífico y Brasil al océano Atlántico. Y tomando en cuenta estos elementos, el documento citado subraya, en sus artículos XII y XIII, lo siguiente: “Las embarcaciones podrán comerciar en puertos bolivianos o brasileños; no se cobrará derecho alguno, si la entrada hubiese sido ocasionada por fuerza mayor; cada gobierno señalará lugares en que puedan comunicar en tierra para reparar averías; los pasajeros no podrán desembarcar en esos lugares”.

Esta es una señal de que el Imperio del Brasil, uno de los “gigantes” del continente latinoamericano, sabía que estaba en tratativas diplomáticas con una Bolivia pequeña, pobre y caótica, pero decidida a honrar los compromisos contraídos con los países amigos.

“Habrá perfecta paz, firme y sincera amistad entre la República de Bolivia y sus ciudadanos, y su Majestad el Emperador del Brasil, sus sucesores y súbditos, en toda la extensión de sus respectivos territorios y posesiones”, afirma el Artículo I.

Esa “sincera amistad”, ratificada por nuestros ascendientes mediante acuerdos diplomáticos, aún rige las relaciones boliviano - brasileñas, ensanchando, pues, los cauces de la comprensión, de la tolerancia y la cooperación, por el bien común.

En suma: la amistad boliviano - brasileña perdurará, en el tiempo y el espacio, en beneficio de ambos países.

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