II

La Confederación Perú – Boliviana

Álvaro Ríos Laguna y Sergio Andrés Ríos Corvera

El año 1979 será recordado, entre otros acontecimientos, porque el 3 de abril se celebraron las primeras elecciones municipales democráticas después de la dictadura franquista; el 4 de mayo Margaret Tatcher fue elegida como Primera Ministra del Reino Unido; el 4 de julio Joe Clark juró como Primer Ministro de Canadá y porque en dicho año se estrenó la película “Kramer contra Kramer”, el drama de un padre y su hijo, quienes luego de ser abandonados por la madre, deben enfrentar un angustioso proceso judicial.

En una anterior nota nos referimos a las amenazas que tuvo que sortear la Confederación Perú-Boliviana, en efecto, el 9 de mayo de 1837 la Confederación Argentina declaró la guerra a la Confederación Perú-Boliviana, luego de algunas victorias australes, el ejército nacional, al mando del Gral. Otto Philipp Braun, logró imponerse a las huestes del Gral. Alejandro Heredia en Iruya y al regimiento del Gral. Gregorio Paz en Montenegro, éste último luego de 20 días de penosa marcha, en los cuales el ejército nacional venció a las fuerzas invasoras y tomaron las provincias de Salta y Tucumán, a partir de entonces el Gral. Baun sería conocido como el Mariscal de Montenegro.

Un hecho que pasa inadvertido son los motivos por los cuales Diego Portales se oponía a la Confederación, los cuales los expuso con claridad en la carta de 10 de septiembre de 1836 dirigida al Almirante Blanco Encalada, en la cual argumenta que, a fin de evitar la mayor gravitación de la Confederación en la región debido a que, entre otros, tenía un mayor número de gente ilustrada de raza blanca en relación con Chile, ésta debía disolverse de manera definitiva.

El 30 de octubre de 1836, el embajador plenipotenciario de Chile, Mariano Engaña, llegó al puerto del Callao acompañado del Almirante Blanco Encalada y cinco naves de guerra solicitando, entre otros puntos, la separación de la Confederación, petición que no fue aceptada, lo que provocó la declaratoria de guerra a la Confederación de 28 de diciembre de 1836.

El Almirante Blanco Encalada bloqueó el puerto del Callao, llegando a producirse escaramuzas esporádicas, desde el 21 de enero de 1837, en la que se destaca la entrega de la corbeta Libertad a la Comandancia General de la Marina de Chile.

El 27 de septiembre de 1837, las tropas invasoras tomaron el puerto de Cobija y el 14 de noviembre del mismo año ocuparon Arequipa, mientras que el Mcal. de Zepita ocupó Paucarpata.

El Gral. Francisco Burdett O’Connor hace hincapié en otro hecho poco conocido, fue la propuesta formulada por el Almirante Blanco Encalada al Mcal. Andrés de Santa Cruz, en sentido que cada ejército eligiera a cien hombres para entrarar en combate en Paucarpata y se decidiera la suerte del mismo.

Derrotado ante la superioridad del ejército Confederado, el 17 de noviembre se firmó el Tratado de Paucarpata, por el cual todo el ejército chileno, incluido su material bélico retornó al país invasor a cambio que se imponga la paz entre ambos países. Dicho Tratado provocó la ira de las autoridades chilenas quienes desconocieron el mismo mediante Decreto, asimismo, levantaron cargos contra el Almirante Blanco Encalada y el Coronel Antonio Irisarri.

En consecuencia Chile envió a la segunda expedición restauradora, al mando del Gral. Manuel Bulnes Prieto (sobrino del presidente chileno Gral. José Joaquín Prieto), quienes tomaron Lima el 8 de noviembre de 1838 y, en su retirada, llegaron a tomar posesión en Yungay. El 20 de enero de 1839, tendría lugar la “Batalla de Yungay”, donde el Ejército Unido Restaurador, de mayor número, se impuso al Ejército de la Confederación, a pesar de los esfuerzos del Mcal. de Zepita, el General Ramón Herrera y el Coronel Manuel Isidoro Belzu, entre otros.

La historia poco refiere al encuentro del Gral. Manuel Rodríguez Magariños (del Ejército Confederado) con el Gral. Agustín Gamarra (del Ejército Restaurador) en forma previa a la “Batalla de Yungay”, aunque recoge las palabras del Mcal. de Zepita referida a una insigne traición.

Esperemos que la historia pueda cubrir con un piadoso olvido, la equivocada carta del Canciller boliviano José María Urcullo enviada al Gral. Manuel Bulnes, en la cual declara que Bolivia ha recibido con alegría los sucesos.

Retomando la película “Kramer contra Kramer”, ésta mostrará la evolución del lazo entre padre e hijo, desde una relación distante hacia un vínculo profundo e indestructible.

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