Impetuoso

Willy luchó y al final se le abrió el arco



FESTEJO. El uruguayo volvió a la senda del gol.

William Ferreira fue uno de los que más kilómetros recorrió en el partido de anoche frente a Defensor Sporting. Sentía que estaba en deuda con la hinchada, no estaba anotando goles, por eso desde las tribunas le exigían al atacante charrúa, quien ha hecho de romper las redes una tradición en el celeste. “Nos mal acostumbró”, dijo alguna vez el dirigente Guido Loayza, en torno al delantero, quien ayer finalmente se estrenó en un partido oficial. Anotó un doblete, quizá pudo anotar un par más, pero se retiró con la tranquilidad de que volvió a convertir. No se había olvidado de anotar goles, aunque al igual que sus compañeros, se fue con la tristeza de que no alcanzó: “Era importante clasificar, pero también mejorar el tema futbolístico, lo importante es que mejoramos en ese aspecto”, dijo el charrúa, cuando estaba saliendo al bus que trasladó al plantel con destino al hotel Europa, su cuartel general.

¿Qué faltó William?, le preguntaron, la respuesta fue clara: “un gol” e ingresó con destino al bus donde lo esperaban sus compañeros. Ferreira, había vivido momentos ingratos, fruto de la foto que le sacaron cuando abandonaba el campo de juego, tras la derrota ante Sport Boys. Ante tantos insultos de un aficionado mayor que se apostó en la tribuna de preferencia, no vio mejor manera que señalarle el dedo medio al hincha. Un día antes del lance se disculpó, pero parecía que no fue suficiente. Con los dos goles, parece que todo está encaminado. En todo caso, los dos goles los gritó con bronca, en un día donde fue capitán con el cintillo celeste y blanco de Uruguay.

 
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