[Flavio Machicado]

Reflexiones respecto a la economía mundial


A principios de año escribí una nota respecto a la influencia que pudieran tener cinco países a nivel mundial, en sentido que podrían hacer despegar o hundir la economía global de 2016, sobre lo cual mi compañero de la Universidad Paolo Bifani, un prestigioso economista europeo, me escribió un comentario que quiero compartir por la importancia que tiene para el análisis de este tema, en particular para economías tan dependientes como la nuestra, además como una manera de oxigenar el actual ambiente tan cargado de “dimes y conflictos de poder” de tan pobre nivel, que al margen de que se trata de aspectos relacionados con la corrupción que está de moda, de paso nos avergüenza a todos como país y sociedad civilizada.

Lo que no excluye, fuera del sentimiento que pudiera tener el gobierno sobre este tema, la obligación que existe de aclararnos la verdad de los hechos como corresponde y sin tantos recovecos y titubeos vergonzosos, emitidos por los protagonistas principales o por los “adulones” de turno, que también deben asumir la responsabilidad que les corresponde abocándose a sus funciones públicas con mayor responsabilidad y respeto ajeno.

Según Pablo Bifani, le llamó la atención el análisis en función del grupo de cinco países: EEUU, China, Alemania, Japón y Corea del Sur, sorprendiéndolo además la relevancia que se da a los últimos tres.

Con respecto a EEUU y China, señala que no hay dudas y que efectivamente en el 2015 el crecimiento económico de EEUU, que ha sido del 2.4%, que es el más elevado crecimiento post-crisis y que se asocia a las mejores estadísticas del empleo de la última década, con la tasa de desempleo levemente inferior al 5% (lo que se suele denominar desempleo natural) si bien no estaría en condiciones de arrastrar al resto del mundo, tampoco nadie cree que tendría por qué hacerlo. Lo que importa es el hecho que haya recuperado su dinamismo, considerado como un buen síntoma y que no exista el temor de que no se mantenga ese ritmo en el 2016.

En efecto, sigue sosteniendo, “esta recuperación económica llevó a la Reserva Federal a fijar tasas de interés positivas por la primera vez en diez años. Por otra parte la situación económica de los EEUU se tradujo en una importante apreciación del dólar: 20% en términos nominales y 18% en

términos reales. Esta apreciación del dólar reduce en un 1% el producto mundial en los dos años siguientes”, lo que debería llamarnos la atención.

En relación con “Alemania, Japón y Corea del Sur: no le quedó claro si se sustenta que estos tres países podrían tener una capacidad de arrastre de la economía mundial o que de ellos depende la recuperación mundial. Al respecto añade que “la economía alemana se ve aparentemente sólida: es la cuarta en términos nominales de PIB, pero su tasa de crecimiento ha caído al 1.7% y la estimaciones para el 2016 son de una tendencia a la baja. Es la primera exportadora del mundo; el sector exportador representa cerca de la mitad de su PIB y absorbe el 25% del empleo; pero más del 60% de sus exportaciones van a la Unión Europea. En otras palabras está muy supeditada al ritmo de los otros países de la UE”.

“Japón es la cuarta economía en términos de PIB nominal, pero en los últimos años ha tenido crecimiento lento y aun negativo: menos 0.2 en el 2014 y 1.1% en el 2015 con contracción del consumo e inversiones prácticamente estancadas. Corea del Sur tiene mejor tasa de crecimiento pero sus vinculaciones son fundamentalmente con los países asiáticos”. No ve cómo estas tres economías puedan dinamizar sustancialmente la economía mundial.

“Yo miraría, enfatiza Bifani, lo que pasa con los BRICS”, que han sido el motor de la economía mundial. Una reducción del crecimiento de los BRICS de 1% se traduce en una desaceleración del 0.8 % en los dos años siguientes en el resto de las economías emergentes y de un 0.4% en la economía global. Estos efectos pueden ser mayores si van acompañados de turbulencia en los mercados financieros. Dos de los BRICS, Brasil y Rusia, están en franca crisis con tasas de crecimiento negativo (-)3.7% y (-)2.7% respectivamente y problemas adicionales de desempleo; caída de la productividad, inflación, ausencia de inversiones, déficit; desvalorización de la moneda, corrupción, etc. Algo similar ocurre con Sud-África, pero en menor medida y con menor incidencia sobre el sistema global”.

Quedan: China e India. Curiosamente nadie habla de India, especifica Bifani. Su ritmo de crecimiento económico se mantiene elevado 7,4% (el más alto mundial) con estimaciones para el 2016 que van del 7.5% (FMI) al 8% (Asian Development Bank), con ritmos de inversión crecientes, alzas en la tasa media de salarios, aumento en el consumo y reducción de la pobreza. Es la séptima economía mundial en términos de PIB. Su sector de servicios es uno de los más dinámicos del mundo y es uno de los mayores exportadores de IT, servicios y software”.

“En China, su crecimiento económico en el 2015 ha sido de 6.9% y las estimaciones para el 2016 son de 6.5%. Prácticamente todo lo que escribí en agosto del 2015 sobre la devaluación del renminbi y la desaceleración del crecimiento económico en China sigue siendo válido”. “La reducción de la producción del sector industrial es parte de la transición al nuevo patrón de desarrollo. Transición que no se hace de la noche a la mañana. El sector manufacturero chino (que representa el 25% manufacturero mundial) tiene un exceso de capacidad y lo mismo sucede con el sector inmobiliario. El hecho que la desaceleración siga en estos sectores es lógico dada la política adoptada”.

El modelo que, por años, implementó China, explica Bifani, respondía a una situación interna caracterizada, entre otras cosas, por una muy elevada tasa de ahorro y muy bajo consumo, la abundante disponibilidad de mano de obra subempleada en el sector rural, etc. En esas condiciones su crecimiento debía ser acelerado para justificar las muy elevadas inversiones. Hoy, ya no dispone de mano de obra subempleada y, contrastando con la desaceleración del sector manufacturero e inmobiliario, tiene un rápido crecimiento del sector servicios y un fuerte y sostenido aumento del consumo privado interno; por otra parte su ritmo de inversión en el extranjero sigue siendo elevado”.

La devaluación del renminbi si bien ha dado origen a cierta turbulencia en los mercados financieros, éstas han sido relativamente pequeñas y controladas, así si se examina el año 2015 en su totalidad se observa que el renminbi se ha mantenido muy estable, más aun desde mediados del 2014 se apreció en 1.7%. Como China no está muy abierta a la inversión extranjera (en realidad está bastante cerrada) el impacto negativo de sus caídas bursátiles puede ser contenido, además mantiene fuertes controles sobre los movimientos de capital, con lo cual los efectos de sus caídas bursátiles sobre otros países son reducidos y relativamente controlables.

El Ing. Com. Flavio Machicado Saravia es Miembro de Número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.

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