[Boris Santos Gómez]

De la Nacionalización a la Reforma Energética


Las “nacionalizaciones” son siempre muy conflictivas por las señales que emiten al mundo de los capitales privados.

Por ello es bueno “salir” del ciclo de “nacionalizaciones” iniciado en mayo 2006.

El caso boliviano de nacionalizaciones es importante subrayarlo como un hecho de política pública de alcance de corto plazo. El “pico” de inversiones en el marco de la nacionalización fue en 2014: de 2.050 millones USD para producción de gas natural, e hidrocarburos líquidos.

La -denominémosla así- “política energética” de nacionalización mantiene los mismos mercados externos de venta de materia prima que ya se tenía desde la década de los 70 y 90: Brasil (comprador de 30 Mmm3d y Argentina 15 Mmm3d sujeto a ser ampliado a 27 Mmm3d).

La producción tope de gas a que se llegó en esta década: 60 Mmm3d (millón metro cúbico/día), volumen promediado 2014 y no habiendo llegado ya a los mínimos 100 Mmm3d que se necesita interna y externamente.

Hay una notoria ausencia de inversiones privadas a escala en exploración, transporte de hidrocarburos, refinación, comercialización y almacenaje de combustibles.

Por ausencia de mayor exploración, consecuentemente de mayor certificación y producción y de adecuados ductos de transporte, además de factores políticos, fracasó (en su primera instancia) el contrato del proyecto industrial de hierro del Mutún, cabalmente por la incapacidad de proveerle gas/electricidad en volúmenes necesarios para el proyecto.

Jamás se pudo, ni remotamente, alcanzar la recomendación de inversión del ex Secretario ejecutivo de ARPEL, que recomendó (2008) invertir 30.000 millones USD en el periodo 2008-2018.

Ante la negativa externa de invertir (dinero privado) en el país en el sector hidrocarburos, han sido muchísimos los intentos del Estado boliviano para atraer inversiones, cambiar de rostro a sus políticas y decirle al mundo que se abre Bolivia para capitales externos con seguridad: el propio Jefe de Estado hizo un road-show en Nueva York con resultados que aún no se palpa.

El “boquete” abierto por la nacionalización fue el tema del diésel: jamás se llegó a producir en nivel de auto suministro en el país, por ello se pagó ingentes cantidades de dólares por diésel externo para cubrir demanda interna. A un ritmo que en el pico del subsidio llegó a 1.200 millones USD/año, cantidades suficientes para montar, en un proceso estudiado y financiado, una planta de GTL (gas a diésel).

Varios expertos coinciden en que la nacionalización permitió tener dinero fresco y caja llena para financiar una “década” de populismo con adquisiciones que deberán ser sometidas a auditoría de su real impacto en el país (compra de satélite, teleféricos multimillonarios, empresas estatales de papel de cartón, de construcciones del Ejército, etc.).

Es importante y urgente una auditoría internacional, a cargo de alguna Universidad de América Latina o Europa para ver la utilización y destino de la renta generada por el proceso de nacionalización (más de USD 27.749 millones). Con buenos precios del petróleo la nacionalización tuvo su pico de recolección de renta petrolera en 2014 a favor del Estado por un monto que alcanzó USD 5.530 millones, antes de la caída de precios del petróleo.

La nacionalización tuvo la fortuna de ser ejecutada y gozar durante casi 8 años de una bonanza de precios del barril de petróleo a nivel externo (de más de 140 USD en 2007 a menos de USD 30 en 2016).

De la nacionalización a la Reforma Energética: como ciudadano creo que las nacionalizaciones han concluido, se debe empezar a construir escenarios para la inversión privada, aunque es complicado buscar inversiones en tiempos de bajos precios del petróleo. Ahora lo que se tiene que hacer con urgencia, en tiempos de bajos precios de barril de petróleo, es abrir el país a capitales externos que, en unión con el Estado boliviano, puedan desarrollar los sectores upstream y downstream. Lo que se debe hacer es emular el “modelo” de éxito de Qatar o Emiratos Árabes Unidos en el negocio petrolero con participación estatal; pero su éxito radica en que han podido hacer una perfecta alianza con un poco de Estado y un poco de sector privado. Los resultados son conocidos por todos.

Y empujar la nueva política energética para la agregación o industrialización, tenemos que hacer una planificación estratégica, buscar mercados y promover negocios que se dan en países donde están las condiciones de competitividad.

Pero, bueno, mucho de esto se dijo antes.

El autor es consultor del sector privado, síguelo en Twitter: @bguzqueda

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