Canto a La Paz (fragmento)

n inviernos que se habían sucedido inexorables,

muchos troncos se agrietaron y secaron;

el poder de las corazas y tizonas españolas, sojuzgando a dominios milenarios conquistados por la fuerza,

implantaron un sistema de violencia, privilegios, injusticias y crueldades.

He aquí que en estas tierras de Chuquiago Marca

se desborda el furor de una sangrienta insurgencia contra la oscuridad y la abyección subestimantes.

¡Se había enarbolado el pendón de la aureola

inmarcesible!.

Fue entonces que la raza sometida al agravio,

escudada en la rudeza de sus breñas, fue incitada a la heroica explosión libertadora

bajo el mando de Julián Tupac Katari y la Virreyna Bartolina.

Trepidaron ululantes los pututos,

y vetustas culebrinas,

en el cerco proceloso a la INCLITA, se alzaron insurrectos.

¡Se había levantado el torbellino libertario

en las huestes sitiadoras

que soñaban destrozar al yugo atante

de la santa libertad de los postrados moradores de estos

suelos!.

Luego de tres largos siglos de dolor y cautiverio,

desde esta altiplanicie aires de liberación invadirían

las atmósferas del Plata, Orinoco y el golfo mexicano;

y por siempre,

la espartana aventura de Murillo y los rebeldes,

contra los peninsulares,

aureolada transpondría los dinteles de la gloria.

Fue así cómo atribulados, flagelados, inmolados y exhibidos

naturales de este haz de tierra brava y generosa

que excavaron el sepulcro de la afrenta y el cautiverio;

y en las cumbres de los cíclopes andinos de la NOBLE e INVICTA

encendieron la fecunda flama de la libertad del Nuevo Mundo.

¡He ahí la bizarría de un pueblo que excitara al deber santo!