[Alberto Zuazo]

Apatía por la política


En otros tiempos, no muy lejanos, había pasión por la política. En cambio, en estos días se observa una total apatía, pese a que de la política depende la administración de los intereses públicos y, obviamente, el progreso o rezago de Bolivia.

Es evidente que la política fue muy desprestigiada en el pasado, a su sombra fueron cometidos muchos excesos, particularmente en cuanto a conducción del país y el aprovechamiento del poder para enriquecerse o, por lo menos, efectuar manejos errados y dispendiosos de los intereses nacionales.

Este fenómeno es extraño, porque en la actualidad hay facultades universitarias dedicadas al estudio de la política, lo que lógicamente podía inducir a las nuevas generaciones a dedicarse a la militancia o inclusive creación de nuevos partidos políticos.

Pero, al parecer, más bien desalientan a participar en la política, no obstante que los países, entre ellos Bolivia, requieren tener personas formadas académicamente para interesarse en sus destinos nacionales, tanto como ciudadanos comunes como también nuevos dirigentes.

Los países no pueden prescindir de los políticos, en el pasado eran personas improvisadas las que de todas maneras tenían que intervenir en política. En unos casos con fortuna, pero en otros con resultandos frustrantes.

Sin embargo, había de todos modos predisposición para servir y mejor aún conducir los destinos del país. Por estas circunstancias, se creaba incluso nuevos partidos y siempre había gente dispuesta a militar en ellos, por considerar, en la mayor parte de los casos, como medio de servir al país bajo determinadas concepciones ideológicas.

Por supuesto, no faltaban quienes encontraban en la política una manera de ejercer el poder y en otros de servirse de ella para fines non santos, es decir lograr provechos personales antes de constituirse en buenos servidores públicos.

Si bien se daban deplorablemente estos casos, había también personas que realmente querían servir al país. De sus esfuerzos se construyó el país o por lo menos no quedaron indiferentes ante los requisitos de contar con dirigentes y militantes que se empeñaban en aportar a su construcción.

En las últimas décadas se consideró que era mejor contar con políticos profesionales y no improvisados, dadas las necesidades crecientes de los países de ser dirigidos por gente formada en la materia y de esa forma tener un desarrollo orgánico, acorde con las experiencias internacionales que existen al respecto.

De manera que la política, aparte de constituirse en una simple carrera académica, puede formar competentes administradores de los países, pues las complejidades de la época requieren ser atendidas por personas de formación académica, o sea que tengan recursos idóneos para intervenir en el manejo de los intereses económicos y sociales de sus poblaciones, que cada vez son más ilustradas que en el pasado.

En un enfoque que pueda hacerse del presente, se llegará a percibir ciertas novedades y evidencias. No hay interés en formar nuevos partidos, al mismo tiempo la gente es ya indiferente a la política y a participar de ella como militante.

Al presente, virtualmente no hay los partidos políticos de otros tiempos e inclusive ni siquiera ya existen, pues nadie se interesa en formar partidos y menos de integrarlos.

Por tanto, la política en Bolivia, al menos, al presente sería como otras profesiones, de estudios o gabinetes, pero ya no de contar con adeptos y menos de movilizar muchedumbres.

La prueba es que el Movimiento Al Socialismo, que es supuestamente el partido gobernante, no tiene una militancia como la que tuvieron los republicanos y nacionalistas en los años 20. Llega al extremo de que ni siquiera cuenta con un grupo dirigente que respalde e inclusive oriente o sugiera a Evo Morales en la conducción del país.

En la oposición se tiene como única figura dirigente a Samuel Doria Medina, aunque sin que mayormente tenga una militancia activa detrás de él. El resto se reduce a personas, respetables por cierto, pero que no están demostrando tener militancias masivas que los respalden.

Esto, empero, no es atribuible a quienes tienen vocación por la política para servir al país, sino a la casi total indiferencia ciudadana por integrar partidos y a través de ellos constituir militancia de miles de seguidores.

No se están repitiendo, para sólo citar ejemplos últimos, los casos del PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria), MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario), FSB (Falange Socialista Boliviana) ni siquiera la experiencia del POR (Partido Obrero Revolucionario), que por lo menos tenía alguna pequeña militancia partidaria.

Ahora no hay virtualmente partidos de masas y, por tanto, la política se está reduciendo a algo nominal, no más a doctrinas y fervorosas militancias partidarias.

 
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