Poblaciones olvidadas que nos sirven de ejemplo

La Jach’a comunidad de Santiago de Collana

Lucila Criales (THOA)

Me contaba un cura hace más de media centuria que llegó en una ocasión a la población abajeña (de la región de Río Abajo, sector Loma), de Santiago de Collana (1) para impartir los santos óleos a una autoridad moribunda. Ya en la entrada del pueblo observó que ésta se hallaba cerrada con un candado. La explicación de los originarios era la siguiente: “no dejamos que entren los blancos, aquí somos puro originarios, a usted lo aceptamos porque es sacerdote y tiene que ayudar a morir bien”, o algo así. El sacerdote católico cumplió su deber y se fue un tanto extrañado por las acciones de los lugareños, pero también admirado por la estricta organización de sus autoridades, para él un modelo de comunidad.

Ahorrándome explicaciones que aludirían a un cierto racismo de los originarios de aquella época, prefiero mostrar la cara buena de dicha conducta separatista con las siguientes observaciones producto de mi trabajo de campo.

Collana se ha mantenido como población originaria, sin pueblo de vecinos. Nunca fue hacienda y se rigen por sus propias autoridades: mallkus, hilaqhatas y un Agente Cantonal. Nos dicen que es una Marka libre y reconocida por el Estado boliviano. Datos etnográficos muestran a los collanas (de donde provienen las autoridades principales) como los de mayor jerarquía en el mundo andino, de hecho Collana –dice el diccionario de Bertonio- es “cosa prima, excelente”. El primero, Nayra. Actualmente ellos saben que son una “Jach’a comunidad”, una Marka grande.

Collana es una población bajo control de sus autoridades, las cuales ejercen supervisión a las familias. Por ejemplo, las autoridades salen por las noches (hacen guardia), vigilan para que ningún joven esté bebiendo. Si encuentran a uno, multan a sus padres. En Collana no existen ladrones. Cuenta una señora que hace muchos años agarraron a tres ladrones que eran de afuera, los castigaron colgándolos del dedo del pie, a tiempo de pedir explicaciones de por qué, para qué, de cómo y hace cuánto tiempo que se habían hecho ladrones (una verdadera terapia psicológica), luego de lo cual los soltaban.

En Santiago de Collana (sector lomas), a las espaldas del Illimani, no hay violencia doméstica, ni maltrato al adulto mayor ni abandono de niños, esa es norma de vida que la vienen practicando desde sus awichos y awichas. Los nietos dicen a las abuelas y los abuelos papá y mamá.

En el encuentro persona a persona nadie ignora al otro, todos se saludan. Los menores saludan a los mayores diciendo “tío, tía”. Entre mayores el saludo es de rigor y en cada encuentro. Prima el respeto por la persona, mucho más si es awicha o awicho.

En Collana la comida básica no se compra ni se vende, se invita, eso me lo dijeron los propios collanas cuando yo pregunté dónde podía comprar comida. Asimismo, ningún visitante se queda en la calle sin alojamiento. “Cualquiera te va a dar cama, andá nomás”; el huésped encuentra el mejor cuarto, con las mejores frazadas. La hospitalidad es ley.

En esa antigua marka aymara la orden de la autoridad se obedece, tanto en lo concerniente a las labores agrícolas (sus turnos de siembra, cosecha, etc.), a la convivencia social como a la administración de justicia. Los visitantes deben pedir autorización al Mallku para tomar fotos, filmar, asimismo las autoridades orientan al visitante y lo acogen como amigo o “conocido”. Los agentes cantonales, mallkus y hilaqhatas suelen ser muy enérgicos. En los actos importantes siempre portan el bastón de mando.

Esa es en suma la vida en estas alturas de Collana, cantón muy cerca de La Paz, de aproximadamente 700 personas entre adultos y niños, pequeña en tamaño, olvidada por los sucesivos gobiernos, pero grande en la convivencia social.

(1) Escarbando la historia y etnografía de los pueblos collanas se encuentra muchas referencias que aluden a la jerarquía e importancia en el entorno andino. Se habla, hasta ahora, de las dos mitades en que estaba dividida Collana: Anan y Urin.

 
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