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[Harold Olmos]

Registro

Vuelven los fantasmas


La declaración del ex comandante general de la policía, Ciro Farfán Medina, que apunta al entonces capitán Walter Andrade como el ejecutor de la orden de exterminio de tres ocupantes del hotel Las Américas perseguidos por el gobierno, ha reabierto uno de los pasajes más atroces del mayor caso penal de la historia boliviana. Sus repercusiones amenazan con un desborde capaz de alcanzar a la cúspide gubernamental.

El excomandante dijo a Radio Fides el miércoles que la orden a Andrade provino de Jorge Renato Santisteban en su condición de comandante de la Unidad Táctica de Resolución de Conflictos, la Utarc ya disuelta. Para reafirmar su aseveración estaba dispuesto, dijo, a un careo en la justicia.

Fue la primera vez que un ex alto funcionario policial identificó a Andrade como actor principal en la muerte brutal de tres huéspedes del hotel y al hacerlo propinó un golpe demoledor para la tesis de conspiración enarbolada por el presidente Morales como razón para invadir el hotel y provocar una persecución en masa de líderes del oriente boliviano, a los que acusó de pretender dividir el país. En una de sus primeras declaraciones tras el episodio, el Presidente sugirió ante la BBC en Nueva York que viniera a Bolivia una comisión internacional para verificar que los miembros del grupo resistieron a la fuerza policial que tomaba el hotel Las Américas, “cómo lanzaron bombas, cómo estaban con armamentos”. Poco después desestimó su iniciativa y no volvió a mencionarla.

Los abogados de la defensa dicen que la declaración del ex-comandante corrobora la tesis de una ejecución extra-judicial con una crueldad inaudita de la que poco se ha explicado.

Ciro Farfán Medina asumió el mando policial a principios de marzo de 2009, un mes y medio antes del episodio del Hotel Las Américas, donde fueron acribillados el boliviano-croata Eduardo Rózsa Flores, el húngaro Arpad Magyarosi y el irlandés Michael Dwyer. El abogado defensor de los acusados, Gary Prado Arauz, recordó que las autopsias y exámenes forenses demostraron que Rózsa Flores, el jefe del grupo de alojados, recibió siete disparos: uno en cada hombro, un tercero en el pulgar derecho, y cuatro de remate desde arriba cuando los primeros tres lo habían dejado de rodillas antes de desplomarse y agonizar en el suelo de su habitación en el hotel. “Al irrumpir la policía, a su habitación, Dwyer se irguió de la cama y le dispararon al corazón. Al caer recibió cuatro o cinco tiros más. Magyarosi alzó las manos y las extendió entregándose cuando le hicieron un disparo desde arriba que le perforó la tráquea, seguido de otro por el costado derecho. Ya muerto y en el piso, lo maniataron y le hicieron tres disparos más”. Estos detalles figuran en el expediente del caso y los he citado en “Labrado en la memoria - Anotaciones de un reportero”, la obra que escribí sobre el caso, presentada en junio en la Feria del Libro en Santa Cruz.

Hasta el viernes no hubo ningún pronunciamiento de Andrade ni de las autoridades relacionadas con el caso. La última vez que se lo vio en público fue hace nueve meses, cuando junto con otros dos miembros del cuerpo policial que actuó en el hotel acudió a declarar, convocado por la defensa, en el juicio oral que se lleva a cabo en Santa Cruz desde hace casi cinco años. El entonces Cap. Andrade se acogió al sigilo sobre las operaciones que involucran seguridad del Estado y no declaró nada substancial, de acuerdo con abogados que estuvieron en la sesión. La prensa fue excluida del lugar.

Andrade, ahora teniente coronel de la Policía, debería corroborar o desmentir la afirmación de quien fue su superior.

La declaración de Farfán Medina fue incompleta, pues no precisó los eslabones superiores de la cadena de mando que llevó a la toma del hotel y las secuelas que sobrevinieron. El presidente Morales estaba en Venezuela, pero dijo que había dejado instrucciones para reducir al grupo supuestamente sedicioso que se encontraba en el hotel. El ministro de Gobierno Alfredo Rada también estaba fuera del país (en Brasil) y el ministro actuante era el titular de Defensa, Walker San Miguel. El presidente en ejercicio era el titular de la vicepresidencia, Álvaro García Linera. Ninguno fue mencionado en la declaración del ex comandante nacional de la policía.

La defensa espera mayores informaciones, de lograr convocar esta semana que comienza al general (r) Farfán Medina. Sus abogados parten de la idea de que los fiscales que abrazan la causa del gobierno, se empeñarán en bloquear esa convocatoria, pero creen que la denuncia cuando menos subrayará la ilegalidad del caso levantado por el gobierno. Entre la multitud de hechos a ser esclarecidos hay algunos particularmente intrigantes registrados en el libro citado líneas arriba. A la presencia de extranjeros, presumiblemente del Caribe (venezolanos o cubanos) se refirió Mario Tádic, uno de los dos sobrevivientes del asalto, en la declaración de mayo de 2013 ante el tribunal que lo juzga. Dijo que horas antes, en el pasillo del hotel, había visto a extranjeros mientras trabajaba en su laptop y fumaba cigarrillos Camel que puso sobre la mesa. Supuso que algunos de los extranjeros estuvieron en el ataque al hotel, pues cuando a él (Tádic) lo empujonearon fuera de su habitación escuchó que uno de ellos decía a su compañero: “Éste es el que fuma Camel”.

“Fui obligado a declarar, pateado, golpeado, con los dientes rotos, con una costilla rota, culatazos y la atención médica condicionada a que declarase. Me han tenido 37 días aislado sin atención médica… Yo habría declarado hasta que (yo) era Bin Laden…. Me sacan del hotel cubierto con una sábana. He escuchado los lamentos, quejidos de dos personas”.

También intrigante fue la declaración de Elöd Tóásó:

“… (sus captores lo llevaron fuera del hotel hasta un lugar cementado donde quedé) de rodillas, con las manos atrás enmanilladas, con la camiseta celeste en mi cabeza. En un momento, cuando hubo mucha iluminación, he visto, a través de la camiseta, a mi frente, a Mario Tádic… a mi derecha, y a mi frente Mike Dwyer, ahí estuvo el irlandés Mike Dwyer, vivo…”.

 
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