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La familia es la primera escuela de la vida

¿Cómo educar a los hijos sin provocarles enojo?

• Dos psicólogos y un educador con amplia experiencia profesional abordaron este complejo tema e identificaron ciertas conductas que asumen los padres que podrían ser contraproducentes en el desarrollo de sus retoños


ACOMPAÑAR EL DESARROLLO PSICOLÓGICO DE LOS HIJOS NO ES UNA TAREA SENCILLA.
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La pregunta cómo educar a los hijos sin motivar su rebeldía es una preocupación continua de los padres. Saber qué hacer en cada situación y en cada conflicto es el tema de todos los días, para lo cual no hay manuales específicos.

Si bien las emociones infantiles no se encuentran desarrolladas como las de un adulto, menospreciarlas es un grave error que muchas veces los padres cometen. Las reacciones de los niños sólo muestran la superficie y como las pequeñas personas que son, debajo de las mismas pueden esconderse sentimientos más recónditos que los adultos no sabemos traducir.

ASERTIVIDAD

Para la psicóloga Alejandra Bellido, ser condescendientes ante un comportamiento inusual no es lo recomendable, sino es necesario entender los por qués de fondo. Lo fácil es quedarse sólo en la reprimenda, lo que no permite convertir el conflicto que el pequeño está sufriendo en una experiencia enriquecedora a futuro. “Comprender ciertas manifestaciones de los niños nos llevará a los mayores a responder de manera proactiva y con más compasión.”

“La educación de los hijos genera muchas inseguridades y no pocas angustias a muchos padres, razón por la que en este camino los padres cometen varios errores que pueden poner en riesgo la educación de los niños”, sostuvo.

SOBREPROTECCIÓN

Para la especialista, la sobreprotección es uno de los errores más frecuentes en la sociedad actual. Los padres asumen muchas tareas de los hijos, en las responsabilidades de la escuela o en los deberes en la casa, les dicen constantemente lo que han de hacer, organizan toda la vida familiar a su alrededor, entre otros. “Esta sobreprotección resulta muy perniciosa porque hace ciudadanos dependientes y a veces muy tiránicos, porque crecen pensando que el mundo gira a su alrededor”, advirtió.

La sobreprotección –sostuvo- crea personas incapaces de tomar decisiones y de enfrentar las dificultades de la vida, por lo tanto, no saben asumir las consecuencias de sus actos. Es un error clásico a la hora de educar porque estamos preparados para proteger a los hijos, pero no percibimos las consecuencias de algunos actos el sobreproteger.

FRASES

En la relación con los hijos es importante evitar frases de desprecio como: “ya sabía que lo ibas a romper”, “pareces tonto”, “no sabes nada”, resultan muy dañinas para los hijos. No hay que faltar el respeto a los hijos ni ponerse a su altura cuando se enfadan: “Los padres no deben perder los papeles, han de controlar su actitud por mucho que el hijo les provoque; no hay que comportarse como un niño o como un adolescente más. Debemos estar siempre prestos para perdonar”.

CASTIGAR MAL

En opinión de Bellido las sanciones desproporcionadas o sin una razón valedera, hacer promesas inalcanzables o que no se cumplen son errores muy habituales y muy nocivos a la hora de educar.

“Si las sanciones no se aplican los padres pierden autoridad y transmiten la idea de que sus normas pueden quebrantarse fácilmente. En este tema es mejor ser moderado y razonable; por ejemplo en lugar de castigar al adolescente sin salir todo un mes o exigirle que estudie cinco horas diarias, sólo podemos limitarle a una hora la conexión a las redes sociales”, dijo.

CONTINUIDAD

Un fallo habitual de los padres –dijo– es dejarse llevar por su estado de ánimo a la hora de educar, de modo que permiten o no determinadas conductas en función de que estén más o menos cansados, contentos o enfadados. “Debemos tener conciencia de que estamos educando siempre, no sólo en algunos momentos; ante los hijos, los padres son la autoridad, de forma que no deberían comportarse de forma arbitraria sino de forma ecuánime y racional”.

SUGERENCIAS

- Menospreciar las emociones infantiles es un grave error que cometen muchas veces los padres.

- La sobreprotección es otro de los errores más frecuentes en las familias.

- Padres que se desautorizan mutuamente provocan desorientación en los infantes.

- Otro problema que desencadena dificultades son las promesas incumplidas.

INDESEABLES DISCREPANCIAS

El educador Jaime Beltrán explicó que la falta de unidad entre los padres es uno de los grandes contratiempos a la hora de educar. “El tiempo en que el niño recibe mensajes contradictorios y cuando los progenitores se desautorizan, el hijo no sabe a quién hacer caso y se siente perdido, sin un horizonte claro”.

Aclaró que los hijos a medida que crecen aprenden a utilizar esas discrepancias o diferencias de criterio para hacer lo que quieren. Por esta razón los padres deben aprender que siempre es mejor equivocarse juntos que acertar por separado. En este entendido las frases “pregúntaselo a tu padre” o “lo que diga tu madre”, son un error que transmite inseguridad y duda al momento de educar.

“Cuando piden algo y no se tiene un criterio claro o único, lo mejor es decirles ya lo hablaremos y te daremos la respuesta, para que vean que la familia es un bloque”, sostuvo.

PROMESAS INCUMPLIDAS

Para el psicólogo Xavier Araos en el tema de las promesas, los padres deben ser muy cuidadosos, debido que prometer y no cumplir, además de decepcionar acaban desmotivando a los hijos.

“Muchas veces prometemos comprarles un móvil o ropa si sacan buenas notas, de modo que el niño se esfuerza pero al final le decimos que no podremos cumplir el acuerdo; el niño siente que finalmente fue defraudado, con lo que posteriormente viene la frustración”, dijo.

En otros casos –sostuvo– se amplía aún más el error cuando luego, en un momento de arrepentimiento, esos mismos padres (o los abuelos), le acaban comprando un móvil u otro presente sin que los hijos o nietos hayan conseguido el reto propuesto.

MANEJAR LOS IMPULSOS

En opinión de Araos, quien es psicoanalista, es importante enseñar a los hijos el manejo de los impulsos. El desarrollo del autocontrol es un proceso particularmente largo, no alcanza su madurez hasta el final de la adolescencia y gran parte de los adultos no llega tampoco a gobernarlo con destreza.

“Según crecemos, aprendemos a ocultar nuestros sentimientos. No podemos pedir a los niños que sepan llevar a cabo un proceso tan complejo, pero esta situación puede conducir a situaciones complejas en sus relaciones con otros niños”, dijo.

Para el especialista un niño tiene la necesidad de aprender sobre los impulsos, pero no conseguirá refrenar medianamente este sentir hasta después de los seis años.

 
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