Los cuentos del desempleo

Si te gustan las salchichas y las estadísticas, será mejor que no preguntes cómo se hacen.

Un reportaje de BBC Mundo menciona una paradoja de las estadísticas sobre el desempleo en América latina y menciona a Bolivia como ejemplo.

Dice que, según las estadísticas, Guatemala, México y Bolivia son los países de América latina con menos desempleo.

El autor opina que esa información es el sueño de cualquier gobernante: el pleno empleo. Todos felices.

Recuerdo que en 1979, cuando visité la China, me llevaron a conocer Radio China Internacional. ¡Tenía un informativo en idioma quechua! Duraba 10 minutos, cada día. Pero el equipo a cargo de ese trabajo estaba formado por 20 personas, entre ellas un orureño, que leía los textos. Un ejemplo del criterio del “pleno empleo” de los jerarcas chinos de aquella época.

El reportaje de la BBC sigue diciendo que, si aquella estadística que pone a Guatemala, Bolivia y México como los países con menor desempleo fuera correcta, los habitantes de esos países estarían felices, pues sus servicios serían disputados por las empresas, en una economía bullente, pero otra es la realidad.

Aquí las cosas se complican. En los países ricos, el desempleo se mide contando a los ciudadanos que solicitan la mensualidad que los gobiernos conceden a los que no tienen trabajo.

En Bolivia, México y Guatemala, eso no existe. ¿Cómo medir, entonces, el desempleo?

Dice el reportaje que en esos tres países hay una muy grande economía informal. Gente que trabaja pero no que figura en ninguno de los sistemas de registro controlados por el Estado.

Es la realidad paralela, la economía sumergida, aquella que escapa, o se burla, de los sistemas que han creado los Estados en su pretensión de controlar la economía, encauzarla, dirigirla, y cobrar impuestos.

Se sabe lo que ocurre en México. Un país que tiene la presencia más grande de cárteles de la droga en América latina. Cárteles que controlan territorios completos, adonde no llega la autoridad del Estado mexicano. Y con actividades económicas que, por supuesto, no son ni controladas ni registradas por las estadísticas oficiales.

Desde Bolivia, ese panorama no es extraño. Aquí también hay actividad informal poderosa, pero no tan poderosa como la ilegal, que controla regiones del país, varios puestos fronterizos, carreteras internas, y algunos poderes formales.

De todo esto no hay estadísticas. Es sólo la realidad.

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