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Protección de vida silvestre

Colombianos cultivan café en remplazo de coca

En San Lucas, las familias se comprometen a no talar árboles para expandir sus cultivos o cazar a los animales que dependen de los bosques para sobrevivir


EL CAMPESINO ARCADIO BARAJAS POSA PARA UNA FOTO EN MEDIO DE UN CAFETAL EN LA SERRANÍA DE SAN LUCAS, COLOMBIA. REUTERS
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Serrania de San Lucas (Colombia).- En un claro alrededor de su modesto predio, el agricultor Arcadio Barajas se para frente a un mar de cafetales, envuelto en la sombra proyectada por una pared de bosque verde que cubre las montañas de la Serranía de San Lucas, en el norte de Colombia.

La Serranía de San Lucas es uno de los lugares más inexplorados de esta nación sudamericana, el segundo país con mayor biodiversidad del mundo después del vecino Brasil. Desde sus altísimos picos andinos hasta sus islas tropicales y su densa selva amazónica, Colombia alberga más de 50.000 especies registradas de animales y plantas.

Además, la deforestación se disparó después de que Colombia firmó un acuerdo de paz en 2016 con el grupo rebelde más grande del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), a medida que las franjas de tierra se hicieron más accesibles. En 2017, se destruyeron casi 220.000 hectáreas de bosque, en comparación con alrededor de 124.000 hectáreas en 2015.

Los densos bosques de San Lucas son un refugio para depredadores raros como ocelotes, pumas y osos de anteojos, una de las especies más amenazadas de la región, y sirven como cruce de caminos en los corredores migratorios utilizados por los jaguares, cuya gama se extiende desde Argentina hasta México.

Sin embargo, este ecosistema está amenazado por el cultivo de hoja de coca, la materia prima de la cocaína, y la minería. No hace mucho, los cultivos de coca estaban sembrados donde actualmente crecen las plantas de café de propiedad de Barajas.

Ahora, el grupo ambiental colombiano WebConserva está liderando un proyecto único en su tipo que reúne a agricultores en San Lucas y tostadores en toda Colombia para producir café de plantaciones que levantan fronteras protectoras alrededor de los bosques para cuidar la biodiversidad.

Hasta ahora, el proyecto incluye 10 familias que cultivan unas 400 hectáreas de café, a un costo de alrededor de 77.000 dólares anuales. WebConserva espera eventualmente incluir 200 familias, que podrían proteger 20.000 o más hectáreas de bosque virgen.

En San Lucas, los cafetales recién plantados de Barajas establecen una barrera entre los depredadores salvajes y las granjas, lo que disminuye la posibilidad de conflicto por el ganado.

Barajas, un hombre religioso, dice que derribar el bosque para plantar coca y matar animales salvajes fue en contra de su fe, pero él, como sus vecinos, necesitaba dinero para sobrevivir. Siente que cultivar café le permite ser un buen administrador de su tierra.

"Yo estoy cuidando el medio ambiente, los bosques, los animales para eso, para no ser arruinado también", dijo.

A nivel mundial, más de 31.000 especies están en peligro de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). De estos, unos 1.050 están en Colombia, incluidos 187 considerados en peligro crítico.

MEDIO AMBIENTE

En San Lucas, las familias se comprometen a no talar árboles para expandir sus cultivos o cazar a los animales que dependen de los bosques para sobrevivir. Dependiendo de la calidad, reciben alrededor de 250 a 300 dólares por cada 125 kilos de café, un retorno envidiable en un país donde los precios bajan regularmente por debajo de los costos de producción.

Si bien la rentabilidad ha mejorado a medida que el peso ha caído frente al dólar en los últimos meses, el año pasado el Gobierno entregó 77 millones de dólares en ayudas a los caficultores para hacer frente a la crisis por los precios bajos.

A partir de 2018, el área de San Lucas todavía estaba sembrada con miles de hectáreas de cultivos de coca, según las cifras más recientes del gobierno.

Las prácticas de tala y quema para actividades como la agricultura y minería de oro, que se desplaza entre la ilegalidad y la informalidad, continúan.

Además, las columnas de humo se elevan lentamente hacia el cielo desde múltiples puntos a través de la cordillera, señalando que los incendios comenzaron a despejar más espacio. En el borde del bosque, parches de tierra quemada sirven como una vergonzosa advertencia de la actividad humana.

Para los agricultores, el cambio de la coca o la minería al café es menos rentable. La coca podría alcanzar unos 760 dólares por kilo, en un momento en que los bajos precios del café provocaron que miles de personas abandonaran la industria.

Muchas familias llegaron a depender de actividades ilícitas para mantener a sus hijos, dijo Arnobis Romero, un excocalero y minero.

Al igual que muchas personas aquí, recurrió al café en medio de las campañas aéreas de fumigación contra la coca lanzadas por el gobierno, que se detuvieron en 2015 bajo la presidencia de Juan Manuel Santos. Pero el apoyo de WebConserva y saber que están ayudando a proteger el ecosistema aumenta la moral, afirmó Romero.

"Nos sentimos muy orgullosos de cuidar esta biodiversidad y dejarles un aporte a las futuras generaciones", aseguró.

ÁREAS PROTEGIDAS

El país sudamericano designó alrededor del 16% de su territorio terrestre, unos 18,6 millones de hectáreas, el equivalente al tamaño del estado de Washington, como áreas protegidas, pero cada año se destruyen cientos de miles de hectáreas.

Aunque los activistas están haciendo campaña para que San Lucas sea designado como parque nacional, el proceso es lento.

Mientras tanto, el director de WebConserva, Carlos Valderrama, espera que su proyecto pueda construir un nuevo sistema de producción sostenible.

"Es un proyecto muy importante que protege los bosques, la biodiversidad, que protege ecosistemas y al mismo tiempo se producen productos de excelente calidad para mejorar la calidad de vida de los productores en la región", dijo Valderrama.

WebConserva, que actúa como intermediario entre los cultivadores y los tostadores, controla a la vida silvestre en los bosques con cámaras trampa que toman imágenes cuando se activan los sensores de movimiento.

La productora de café Liseth Alfonso, de 28 años, cuya cocina mira hacia los bosques, dijo que ha visto fotografías y videos que la enorgullece.

"Hay muchos animales de estos que están en vía de extinción. Uno lo comparte con los vecinos, con los demás y pues también uno ayuda a cuidarlos", concluyó. (Reuters)

 
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