[Alberto Zuazo]

Punto aparte

La gratitud con Estados Unidos


La palabra oficial no siempre representa el sentir de la gran mayoría del pueblo boliviano, en particular cuando tiene que ver con las sensibilidades humanas, una de los cuales es la gratitud.

En este caso, es forzoso referirse a los Estados Unidos, por un mínimo de decencia y honestidad. Este país ha sido inmensamente generoso con Bolivia.

Si bien algunos de sus expertos eran informados sobre la situación económica y social del país, era para proporcionarles insumos que permitan establecer los cuadros de situación pertinentes. Esto no puede conceptuarse como intromisión. Era simple y llanamente la base para establecer los requerimientos premiosos que tenía el país y sobre ella fijar los montos anuales de la cooperación estadounidense al pueblo de Bolivia.

Otra cosa es que algunas personas, por razones ideológicas o de acomodo político circunstancial, tengan o supongan que tienen motivos de resentimiento con aquella nación. Pero el pueblo boliviano es seguro que le guarda mucha gratitud a la nación del norte, pues a la hora de la verdad no puede pecar de desmemoriado.

Durante décadas, Bolivia vivió prácticamente en la miseria, ni siquiera tenía la capacidad de proveer del pan diario a una parte estimable de su población. Menos tuvo la posibilidad de atender algunos requerimientos mínimos para su desarrollo, como son carreteras y diversas obras y servicios indispensables para una mínima satisfacción de algunas necesidades esenciales.

En tales circunstancias, de carencias y angustias, se hizo presente la cooperación estadounidense, sin condicionamiento político alguno. Sólo se trataba de gestos de humanitarismo y de solidaridad.

Es bueno recordar que fue la misión Bohan, que vino a Bolivia en los años cuarenta, la que diseñó un plan de desarrollo para el país. Entre las realizaciones que planteaba era la construcción de carreteras, que son el vínculo para intercambiar la producción local con las de otras latitudes.

Fue de esa manera que Estados Unidos cooperó, en proporción apreciable, al financiamiento de la construcción de la carretera Cochabamba-Santa Cruz, considerando que la región oriental tenía un inmenso potencial productivo, no sólo para satisfacer necesidades internas, sino con el fin de exportar y de ese modo captar divisas indispensables para importar productos industrializados, de los que Bolivia no tenía.

En el indicado plan se identificó al Chapare como la región más prodigiosa del país, para producir alimentos (arroz, en particular), frutas y bienes forestales. De ahí nació la idea de construir los caminos 1 y 4, cuya construcción financiaron los Estados Unidos. Jamás, a los expertos cooperadores ni a las autoridades bolivianos, se los ocurrió pensar que podría convertirse en una zona cocalera, como pasó a ser hasta hoy, para alimentar la producción de cocaína.

Otras regiones rurales del país recibieron igualmente la cooperación estadounidense, por lo menos para aprovechar las posibilidades de los suelos y los climas de cada una de ellas, y de esa forma crear mejores condiciones de vida a sus habitantes.

Alguna vez, en mis tiempos reporteriles, obtuve información oficial de que hasta fines de los años 2000, Bolivia recibió la ayuda de Estados Unidos por un monto que giraba en los 3.000 millones de dólares.

Durante décadas, el estaño fue el pan de los bolivianos, pero no dejaban de persistir las insuficiencias. En 1954, por obra del primer gobierno de Paz Estenssoro, en el marco de la llamada Revolución Nacional, Bolivia empezó a autoabastecerse de petróleo. Antes, la gasolina venía del Perú en cajones que contenía dos latas del combustible, del tamaño de las muy conocidas latas de manteca.

Este esfuerzo viabilizó también la producción de gas natural y durante más de 20 años se exportó el energético a la Argentina. Empero, en esos tiempos su valor era modesto, inferior a un dólar por millar de pies cúbico.

Bolivia no producía mayormente trigo y hasta ahora no consigue cubrir el consumo interno. Estados Unidos donaba miles de toneladas del cereal para moler en el país y permitir que por lo menos el consumo del pan sea barato en Bolivia.

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