¿De paseo por Las Velas?

“Por fin llega el fin de semana y mi corazón irradia alegría ya que esta noche tengo cita con mi eterna Estrellita quien me invitó a la fiesta de quince años de su prima Alberta que, sin importarle lo que digan, esta festejándose a los 18.

Luego de una maravillosa velada y dejando en claro mis aptitudes travoltisticas para el baile y la seducción, salimos del local cuando de la nada Estrellita acierta a realizar una propuesta de lo más alocada. Vamos a comer a Las Velas – dice en tono casi susurrante. Como mis debilidades son el anticucho por la noche y Estrellita, no puedo negarme.

Ya consumiendo unos deliciosos anticuchos a las 3:23 de la mañana soy testigo de golpes que van y vienen, casi por pura inercia, de los odres que buscan en este lugar, un centro de remate para esperar la llegada del amanecer.

De la nada, ahí estoy yo separando a dos catadores de vino nada profesionales porque estaban a punto de realizarse extracciones dentarias involuntarias. Soy presa la mirada nada amigable de ambos sujetos que se acercan, paulatinamente, para poner a prueba mi pericia boxística o velocidad en cien metros libres… a eso recuerdo, Estrellita está unos metros más allá. La duda me invade. ¿Huyo como gacela o hago la gran Balboa? – pregúntome mientras me cercan los montoneros. Cuando el contacto e inminente, milagro… se corta la luz en el establecimiento. Ya en el taxi de camino a dejar a mi amada con alivio reflexiono. Más bien se cortó la luz sino tremenda paliza se hubieran llevado esos dos”