“Que Dios lo bendiga”

Señor Director:

Distraído con los afanes diarios de trabajo, caminaba por la calle Mercado y casi al llegar a la esquina Ayacucho, me percato de un grupo de niñas y delante de ellas un cajoncito para recibir la ayuda de unas monedas. De inmediato busco los bolsillos donde sólo tenía unas monedas, muy pocas, y coloqué la de cinco bolivianos en el pequeño buzón. Una de las niñas que vio caer el óbolo, de rostro dulce y angelical, me dijo: “Que Dios lo bendiga, señor”.

Sentí en su expresión un sentimiento tan sincero de gratitud. Le sonreí, despidiéndome con un gesto de la mano.

Quedó grabada en mí esa fugaz escena callejera, el rostro alegre de la niña, llena de ternura e inocencia, me dejó enternecido. El resto de la jornada me sentí acompañado de la bendición recibida, en verdad mis asuntos concluyeron de buena manera.

No podemos dudar que en el rostro risueño de los niños está la presencia de Dios. ¿Por qué ellos tenían que sufrir una larga travesía y las gélidas losas de la calle, en el frío invierno de La Paz? Por la soberbia de los detentadores del poder, por las mezquindades de los mayores y la ausencia de sensibilidad para conmoverse ante estos dramas inhumanos.

Los niños y adolescentes y las mujeres embarazadas no deben ser tomados en cuenta en estas hazañas de lucha, aun por los ideales más caros. El lugar de aquellos es la escuela, el juego y el sueño de las fantasías aladas. Pero están aquí, acompañando la protesta, la lucha de los que creen que defender la naturaleza es un sagrado deber. Tal vez, con el tiempo, esos niños sabrán valorar el sacrificio inconciente que hicieron, al lado de sus padres, para que la Naturaleza no siga siendo hollada por la codicia de otros.

Sólo queda ayudar a esos niños, con toda la nobleza y generosidad de la que es capaz el pueblo paceño.

Dios bendiga a los niños del TIPNIS.

Rodolfo Becerra de la Roca

bdlarltd@hotmail.com