Académica afirma que Chile carece de argumentos para objetar utilización regional de aguas del Silala



Chile desvió mecánicamente el curso del agua y tiene estructuras en la frontera con Potosí.

Para la académica y jurista Diana Borelli, la postura chilena carece de fundamentos y raya en la incoherencia, pues si La Moneda exige respeto a sus supuestos derechos sobre lo que llaman un “río compartido”, entonces no deberían hacer uso indiscrecional del recurso no renovable para favorecer a su industria.

Chile dio a conocer que espera una respuesta de la Cancillería de Bolivia por el anunciado uso de las aguas del manantial Silala en cuatro proyectos que beneficiarán por vez primera en 104 años a la región fronteriza de Potosí.

“El Silala es un manantial boliviano, esa es su condición jurídica y su cauce fue desviado por Chile, por tanto ese país no tiene porqué objetar el uso que se haga en el territorio boliviano. Utilizar las aguas del manantial Silala en proyectos productivos es una decisión soberana de los bolivianos”, expresó Borelli.

La docente en Derecho Internacional agregó que el problema de origen se dio con el desvío mecánico que se hizo sin consultar a Bolivia y por ello este tema se convirtió en otra controversia bilateral equiparable a la demanda marítima boliviana.

Una nota del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile cita: “Santiago instó a que su consulado en La Paz pida a la Cancillería del vecino país (Bolivia) antecedentes respecto de la construcción de una planta piscícola en la parte boliviana de la cuenca del río Silala (…)” y fundamenta su postura en “los legítimos derechos que le corresponden como soberano en el curso inferior del río Silala, de conformidad con el derecho internacional”.

La Gobernación de Potosí planteó en mayo de 2011 la proyección de cuatro aplicaciones de las aguas del manantial boliviano. La construcción de una represa para la generación de energía eléctrica es el proyecto mayor y que implicaría el desembolso no sólo de recursos departamentales sino de arcas del Estado.

La instalación de una planta embotelladora de agua dulce espera aprovechar la característica de líquido dulce que brota desde los bofedales de Quetena y que actualmente se desvía hacia el norte chileno por canales artificiales construidos en 104 años de controversia bilateral.

Los albergues ecológicos buscan sentar soberanía en la zona fronteriza, además de generar espacios de productividad, aunque esto implicaría otra fase de planificación para el impulso de actividades agrícolas.

El fomento a la piscicultura y la cría de truchas es el proyecto que sería presentado al término de este mes, según anunció el gobernador de Potosí, Félix Gonzáles.

Las aguas del Silala nacen en 94 ojos de agua o manantiales que se encuentran en el cantón Quetena de la provincia Sud Lípez del departamento de Potosí.

Una inspección en 2009 verificó que a 20 metros de la línea fronteriza existen mecanismos de medición de agua y excavaciones que alteran el curso de los bofedales, de donde brota el líquido y llevan este recurso hasta los pies del cerro Cabana ingresando al canal artificial, con lo cual se desvirtúa el concepto de “río de cursos sucesivo” que las autoridades chilenas abogan.

Los canales de piedra que desvían el curso del agua y lo llevan hasta territorio chileno abarcan al menos 800 metros desde la quebrada del cerro hasta la línea fronteriza.

Desde el convenio para dotar de este recurso a la ferroviaria Bolivian Railway y así impulsar las máquinas a vapor en 1908, no se hizo ningún pago por el Estado de Chile a Bolivia. El argumento de “río internacional” fue interpuesto y Bolivia no realizó acciones concretas para cobrar por los aproximadamente 200 litros por segundo que fluyen al norte de Chile.

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