La cultura del bloqueo

Un legislador audaz y patriota presentó hace un tiempo un proyecto de Ley que podría poner freno a los bloqueos de caminos que perjudican al normal desarrollo de las actividades de millones de ciudadanos e instituciones departamentales y nacionales. Así me lo dio a conocer mi movediza colaboradora periodística, quien más de una vez fue perjudicada al encontrarse bloqueada y abandonada a su suerte en algún tramo del camino La Paz - Oruro -Quillacollo, que es su ruta para realizar sus actividades mercantiles y también folclóricas.

Sacando su libreta de anotaciones, que guarda entre los pliegues de sus polleras y sus “mankanchas”, encontró el proyecto de Ley que no halló mayor resonancia a pesar de los perjuicios que tales bloqueos causan no sólo a las cholitas viajeras sino a centenares de miles de compatriotas nuestros, a temerarios turistas que asoman sus narices a Bolivia, considerándolo un país exótico y revolucionario, actualmente gobernado por un rarísimo personaje que va en pos de convertirse en un nuevo Inca que reinará hasta sus últimos días.

Mi comadritay cochabambina, que es muy sincera, no pudo menos que manifestarme que la mencionada ilusión de sancionar a los bloqueadores jamás entrará en vigencia, porque en nuestro país fue impuesta hace más de diez años la “cultura del bloqueo”, desde que nuestro actual caudillo practicó el bloqueo de caminos, cuando recién iniciaba su carrera de dirigente sindical y luego de diputado nacional.

La cholita perspicaz me preguntó: “¿usted cree, compadrituy, que uno de los inventores del bloqueo de caminos permitirá la aprobación de una ley que sancione y condene a quienes hoy se benefician con su invento?… No, pues, jefecito, eso no sucederá ni el día de San Blando, que no sabemos de dónde viene y cuándo.

Resignado a seguir informando acerca de los bloqueos de caminos que causan enormes perjuicios al país y a ciudadanos de múltiples ocupaciones, pedí permiso a mi comadritay para ir a hacer pipí, pero ella se interpuso en el pasillo, puso sus manos en jarra (o sea en su cintura) y me dijo: “usted no podrá pasar, caballero, porque yo estoy bloqueando su camino y sólo le dejaré pasar si usted se compromete a escribir una crónica felicitando a ese legislador que presentó un proyecto de Ley sancionando a los bloqueadores de caminos, como se hace en todos los países civilizados del mundo…”. Le prometí que lo haría y recién me dejó pasar.

Esta es una de las muchas peripecias que sufrimos los bolivianos inmersos en nuestra cultura del bloqueo, que tiene sus inicios cuando nuestro actual mandatario y algunos seguidores suyos, inventaron el bloqueo de caminos como una ruta para llegar a triunfar.