Ante riesgo de ataque terrorista en París

ONU recibe llaves de Cumbre del Clima entre gigantesca seguridad

Cerca de 150 jefes de Estado y de Gobierno, de todo el mundo, han anunciado su presencia.


En toda la región latinoamericana, los habitantes de zonas pobre son los que más pierden y sufren por los desastres que causa el calentamiento del planeta.

Por más de once días, el planeta entero estará pendiente de lo que pase en la reunión climática que se realiza en la capital de Francia, la mayor expectativa se centra en los países pobres, puesto que son los que más sufren los desastres que se producen por los fenómenos naturales que causa el calentamiento de la Tierra.

Latinoamérica tiene la preocupación común por las pérdidas económicas y en vidas humanas que provocan las alteraciones de las temperaturas en toda la región, aunque no logró conseguir una postura que represente a todo el bloque de naciones.

EN MANOS DE ONU

El escenario de la Cumbre del Clima (COP21) al norte de París quedó ayer formalmente en manos de la ONU, mientras Francia activa draconianas medidas de seguridad ante el riesgo terrorista y la llegada de cerca de 150 líderes mundiales, lo que incluye la prohibición de manifestaciones y protestas.

La secretaria de la Convención de Naciones Unidas para el Cambio Climático, Christiana Figueres, recibió de manos del ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, las llaves del complejo de Le Bourget, al norte de París, donde hoy se inician las negociaciones para intentar limitar a no más de dos grados el calentamiento global.

Figueres recordó que uno de los principales retos de la COP21, que se prolongará hasta el 11 de diciembre, es acercar a ese objetivo los compromisos que ya han hecho 183 países para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y que elevarían la temperatura entre 2,7 y 3,5 grados.

Aunque Figueres destacó que la existencia de esos planes nacionales ya constituye “el primer éxito concreto”, algo en lo que coincidió con Fabius, indicó que en las próximas dos semanas de lo que se trata es de fijar unos mecanismos para avanzar en medidas más ambiciosas, con un control claro y asumido por todos los países.

MAYORES CONTAMINADORES

Uno de los puntos de mayor fricción que se prevén en Le Bourget es el carácter vinculante o no de unas y otras partes del esperado compromiso, teniendo en cuenta las reticencias a un tratado internacional que imponga jurídicamente obligaciones de países como China y Estados Unidos, los dos mayores contaminadores.

Para calentar motores, Fabius reunió ayer en una recepción en la sede en París de la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) a los jefes de delegaciones.

No obstante, no será hasta hoy cuando se sienten en torno a una mesa, una vez que se realice la última reunión del buró de la COP20 que durante el último año ha presidido Manuel Pulgar-Vidal, ministro peruano de Ambiente.

Pulgar-Vidal pasará el relevo al jefe de la diplomacia francesa, que ejercerá de anfitrión y también de director de las discusiones, sobre todo desde el 5 de diciembre, cuando reciba el resumen de los trabajos de negociación que para cada tema se llevarán a cabo en paralelo.

GRAN ASISTENCIA

En torno a esos trabajos estarán las 40.000 personas que se espera que acudan cada día a las instalaciones de Le Bourget, 18 hectáreas acondicionadas en el interior de un complejo ferial, lo que incluye a los miembros de las 196 delegaciones (195 países y la Unión Europea), pero también de asociaciones ecologistas, empresas, grupos de presión y más de 3.000 periodistas.

Todos ellos estarán protegidos por un espectacular dispositivo de 2.800 policías y gendarmes franceses (15.600 en toda la región), a los que se sumarán agentes de seguridad de la ONU y los que acudan con los cerca de 150 jefes de Estado y de Gobierno que han anunciado su presencia mañana.

Una jornada, concebida para que los líderes den “un impulso político” y ofrecer márgenes de flexibilidad a las negociaciones, se anuncia en todo caso como un verdadero rompecabezas para las autoridades francesas, que han pedido a los habitantes de la región de París que eviten desde hoy utilizar el coche privado y, en la medida de lo posible, también el transporte público.

Algunos de los principales ejes que conectan los dos aeropuertos de la ciudad (Charles de Gaulle y Orly) con Le Bourget van a estar reservados a las delegaciones oficiales: nunca se ha organizado un evento internacional en Francia con tal concentración de jefes de Estado y de Gobierno.

ESTADO DE EMERGENCIA

Las prohibiciones no se limitan a la circulación, sino que el estado de emergencia decretado en Francia tras los atentados de París del pasado día 13, con 130 muertos y más de 350 heridos, impide también todas las manifestaciones y marchas programadas coincidiendo con la COP21.

Pese a ello, algunas de las asociaciones convocantes -minoritarias- desafiaron dicha prohibición, que consideran abusiva, y, así, cientos de personas de colectivos opositores al proyecto de un aeropuerto cerca de Nantes (oeste de Francia) se concentraron ayer en Versalles.

Las medidas del estado de emergencia han supuesto un reforzamiento de los controles en las fronteras activados en previsión de la cumbre.

Las fuerzas del orden han impedido en dos semanas la entrada a Francia de cerca de un millar de personas. (EL DIARIO Y EFE)

 
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