Una Cumbre de chorizos

Al iniciar nuestro trabajo periodístico cotidiano, pregunté a mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo una información seria acerca de la actividad realizada en Cuba por nuestro presidente vitalicio Evo Morales en la hermosa isla caribeña, respondiendo la cholita cochabambina: “Nuestro presidente asistió a la Cumbre de los Países Socialistas de Latinoamérica y del Caribe, la cual le concedió a Evo el Premio “José Martí” y luego volvió a Sucre, donde asistirá a otra Cumbre sobre la Justicia que podría derivar en otra cumbre que trataría sobre asuntos constitucionales…”.

La realización de tantas “cumbres” ajenas, mientras mi comadritay y yo seguimos nadando contra la corriente, en un mar de incertidumbre acerca de nuestro futuro como Estado Plurinacional y Folklórico, me impulsó a decirle a mi cholita reportera: Aprovechemos que nuestros mandamás y sus ministros estarán en Sucre algunos días y realicemos en la Capital la Cumbre de los chorizos.

La idea le gustó a la entusiasta cholita valluna y se adhirió a mi iniciativa, previniéndome acerca de su poco conocimiento en esta materia, pues sólo había degustado los chorizos de Quillacollo, que son muy ricos, aunque nunca alcanzaron la fama de los chorizos chuquisaqueños que gozan de fama internacional. ¡Tantas cumbres que se organiza en la Ciudad de los Cuatro Nombres! (y las que se realizarán). Siendo la nuestra la mejor en sabores, olores y en intenciones.

¿Quiénes participarían de esta Primera Cumbre de chorizos chuquisaqueños? Por tradición participarán de esta Cumbre los chorizos de “Las Bajos”, que marcaron época en “La ilustre ciudad” en tiempos del inolvidable Tristán Marof, pseudónimo que hizo famoso a don Gustavo Navarro.

Después, nuestra Cumbre de chorizos nombrará a los chorizos de “Los siete Lunares”, porque ahora son más auténticos que ciertas autoridades chuquisaqueñas, cuyos adversarios califican de “chutos”.

Nuestra “Cumbre de chorizos” no puede olvidar a la María Estenssoro, que en La Paz hizo felices con sus chorizos de gran prosapia familiar; y nuestra Cumbre de chorizos no cumpliría su deber sin dejar de mencionar a los chorizos de la Illampu que esparcen sus efluvios criollos a lo largo y ancho de esa importante calle paceña.

De esa manera, Macacha y yo también tuvimos nuestra Cumbre, para que nadie crea que sólo los poderosos pueden tener las suyas. Para concluir, permítanos a mi comadre y a este servidor decir: ¡Viva la Cumbre de chorizos chuquisaqueños porque es mucho más sincera que otras cumbres que pasaron y seguirán realizándose!