Diez “bichos” peligrosos que conviene evitar durante las vacaciones... Y siempre

Terroríficos, letales o simplemente repugnantes. En las profundidades marinas o en el retrete de tu casa, hay medusas mortíferas, caracolas lanza puñales, ranitas asesinas y arañas violinistas.


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Gonzalo López Sánchez / Madrid

El polvo de este escarabajo, llamado mosca española, es una “viagra natural”. Por desgracia, también es letal.

Entre el millón y medio de especies de animales que se han catalogado (y sin contar con las que están por descubrir), hay un buen puñado de “bichos” desagradables que pueden morder, picar, arañar, parasitar, devorar, aplastar, electrocutar o envenenar al viajero desprevenido. O al desprevenido a secas.

Por eso, Isidoro Merino ha publicado “1.000 maneras estúpidas de morir por culpa de un animal” en la editorial Planeta. Después de nadar con leones marinos en las islas Galápagos, y de ser atacado por un gorila macho en los volcanes del Congo, tal como reza la sobrecubierta, este periodista de viajes ha recopilado una amplia colección de animales letales, peligrosos o simplemente repugnan-tes, para deleite del lector inquieto... y poco aprensivo.

Con el permiso de los felinos, osos, cocodrilos, tiburones, serpientes y arañas, aquí dejamos a su consideración algunos de los “bichos” más peligrosos... Y curiosos.

El escarabajo favorito del Marqués de Sade

LA CANTÁRIDA O MOSCA ESPAÑOLA

La cantárida o mosca española puede pre-sumir de haber matado a un rey. Y acabó ni más ni menos que con uno de los Reyes Católicos.

El rey Fernando II de Aragón tenía 53 años cuando se casó con una joven de 18, Ger-mana de Foix. Había pasado un año después de la muerte de su esposa, Isabel la Católica, y faltaban 492 años para que se patentase la Viagra. Pero el monarca quería tener descendencia de su joven esposa, así que decidió probar el polvo de la cantárida, por sus su-puestos efectos afrodisiacos. Y porque en pequeñas dosis provoca erecciones espontáneas.

Pero tal como decía Paracelso, “el veneno está en la dosis”, y un exceso de este reme-dio puede ser peor que la enfermedad. De hecho, un miligramo de esta sustancia puede matar a una persona.

A pesar de los accidentes, una sustancia que los insectos usan para defenderse, se puso de moda como afrodisiaco en la Francia del siglo XVIII. Incluso el mismísimo Marqués de Sade usó en alguna de sus fiestas los llamados “caramelos Richelieu”.

LOS DRAGONES TRAGONES

Los dragones de Komodo son lagartos gigantes que pueden medir más de tres metros y pesar hasta ciento cincuenta kilogramos. Cuando no están tomando el sol en alguna de las cuatro islas de Indonesia donde viven, acechan y cazan a sus presas en grupo o devoran la carroña que encuentran. Tienen unas mandíbulas muy poderosas y armadas con dientes serrados, como los tiburones, y son capaces de rastrear el aroma de las víctimas con su lengua bífida.

Y no tienen buenos modales a la hora de sentarse a la mesa. Pueden engullir en un solo banquete hasta el 80 por ciento de su peso y al final regurgitan una bola maloliente de pelos, cuernos, dientes o zapatos. Tienen la costumbre de arrancar grandes pedazos de carne y hacer volar los intestinos de sus presas antes de masticarlos. Y no usan cubiertos.

Desde que fueron descubiertos en el año 1911, se han documentado tres ataques mor-tales. El exmarido de Sharon Stone estuvo a punto de perder el dedo gordo de un pie al entrar en una jaula de dragones en el zoo de Los Ángeles. Despues de enmendarle la herida, tuvieron que atiborrarle de antibióticos. Y es que en la boca de estos lagartos hay un peligroso cóctel de bacterias que, aparte de provocarles mal aliento, puede matar a las víctimas por infección de la sangre (septicemia).

UNA LINDA RANITA

¡Ojo! ¡Cuidado conmigo! ¡Soy peligroso! Eso es lo que los colores chillones de la rana dardo azul gritan a los cuatro   vientos, en los bosques más espesos de Centro y Sudamérica. En una “táctica” conocida como aposematismo, animales que en vez de querer pasar desapercibidos, parecen intentar destacar en medio del entorno. ¿Por qué? Al ser tan chillones son muy visibles y si sobreviven, el resto de animales sabe que solo puede ser por una cosa: porque son muy venenosos.

El cuerpo de una de estas ranas, la rana dardo dorada, tiene veneno como para matar a 10 hombres o 20.000 ratones. Para probar los efectos neurotóxicos e inmediatos de esta ranita, solo hace falta rozarla. Por eso no extraña que los indios emberá de Colombia la usaran para envenenar sus armas de caza.

UNA DE CHOPITOS, POR FAVOR

Los calamares gigantes de Humboldt llevan hacia el fondo a grandes peces. Son muy agresivos y temidos por los pescadores mexicanos.

Los calamares rebozados entran muy bien con un poquito de limón en una terracita de verano. Pero no todos son tan agradables. El calamar gigante de Hum- Humboldt, jibia gigante o potón del Pacífico es el “primo de Zumosol” de los calamares. “Los diablos rojos” pueden llegar a medir lo mismo que un hombre y son capaces de atrapar con sus ventosas dentadas a animales tan grandes como atunes y tiburones.

Los pescadores mexicanos los temen más que a los tiburones. Aunque nunca ha habido ninguna muerte relacionada con es-tos animales, en ocasiones han atacado a los submarinistas arrancándoles las gafas de bucear e intentando arrastrarlos hasta el fondo. Se cree que son muy inteligentes, pero también son muy agresivos y devoran todo lo que se encuentran a su paso. Son capaces de seguir atacando incluso des-pués de perder la cabeza.

EL SER VIVO MÁS VENENOSO DE LA TIERRA

Se puede decir que tienen el aspecto de una pequeña cajita transparente y viscosa, pero lo cierto es que son casi invisibles en el agua. Las medusas cofre o avispas de mar, de nombre científico Chironex fleckeri, pertenecen al grupo de las cubomedusas y tienen el honor de ser el animal más venenoso sobre la Tierra.

Su cuerpo mide hasta 20 centímetros, pero tienen tentáculos que pueden llegar a medir 3 metros. Todos ellos están repletos de cnidocitos, un tipo de célula provisto de un arpón que se dispara al más mínimo roce y que inyecta en la víctima “una carga mortífera que liquidaría al equivalente a una habitación llena de gente”.

Son muy abundantes en la costa noreste de Australia entre los meses de octubre y mayo. Los nadadores que ignoren los car-teles de advertencia y que tengan la mala suerte de rozar a uno de estos animales sufrirán “un súbito e indescriptible dolor, tan intenso que puede inducir un shock y hacer que la víctima se ahogue”. El veneno (neurotóxico, cardiotóxico y citotóxico) puede provocar instantes después el fallo respira-torio y el colapso cardiovascular.

Toda una tragedia. . .

EL CARACOL ASESINO

Nunca te metas con el caracol equivocado. En las aguas someras y en las playas del Índico y del Pacífico puedes toparte con un caracol marino del género Conus. Tienen una concha muy bonita, de entre 5 a 15 centímetros, y no son muy rápidos. Pero algunos de ellos son capaces de lanzar un dardo venenoso que puede traspasar la ropa o el neopreno de un traje de buzo.

Todas las especies de conos son depredadoras. Se alimentan de moluscos y pequeños peces e inyectan su veneno para paralizar a sus presas. Para ello, usan su rádula, una especie de lengua dura y ras-posa que funciona como un arpón para inyectar las neurotoxinas. Y lo que es mejor, o peor, según se mire, el veneno va provisto de un potente analgésico. Así que ni te darás cuenta del “pinchacito”.

Algunas especies, como el Conus striatus en Australia, son muy combativas. Hay bañistas que cuentan que estos caracoles les persiguieron por la arena de la playa.

LA SONRISA DE LA MUERTE

Hay sonrisas que matan. Si una serpiente te mira, abre la boca y tiene el paladar negro, más te vale esfumarte. Estás ante la mamba negra, la serpiente más temida de África. Cuando está erguida puede lanzar un mordisco a una velocidad de 25 kilómetros por hora y solo 10 miligramos de su veneno sirven para matar a un hombre. Para asegurarse de que hace blanco en su presa, suele lanzar ráfagas de mordiscos en los que inyecta hasta 100 miligramos de veneno neurotóxico.

Se trata de una criatura veloz, inquieta y letalmente venenosa (la mortalidad es del 100 por cien si no se administra un antídoto) cuyos poderes son reflejados en las leyendas africanas. Aparte de la mamba negra, que es de color oliváceo, hay tres especies más de mambas verdes que viven en los árboles y que se confunden de fábula con las ramas y las hojas. Así que cuidado con donde pon-gas las manos.

EL AVESTRUZ “VELOCIRAPTOR”

Los pajaritos suelen ser inofensivos. Pero cualquiera que se meta con un casuario se puede llevar una patada y un profundo corte. En el sen-tido literal del término. Se trata de una robusta ave que vive en Australia y Nue-va Guinea, que puede pesar 85 kilogra-mos y alcanzar la altura de un hombre. Tienen una fuerza extraordinaria y son muy belicosos cuando se ven acosados. Lanzan rápidas patadas y tienen unas uñas tan duras y cortantes como dagas que pueden darte un buen susto. Por ejemplo, en 1926, un muchacho de 16 años murió cuando un casuario le cortó la carótida.

Son parientes del ya extinto moa gi-gante, que medía tres metros de altura y pesaba 250 kilogramos.

EL EJÉRCITO DEL TERROR

No rugen, pero se las oye llegar por el estrépito de animales que huyen an-tes de que lleguen. Cuando la hormi-ga legionaria o marabunta avanza, no hay nada que la detenga. Forman ejércitos de más de un millón de efectivos y avanzan en un frente de varias decenas de metros para atacar toda la vida animal que se encuen-tran a su paso.

“Solo el que ha podido contemplarlas en acción sabe que el más poderoso e impla-cable cazador de los trópicos americanos es un ser ciego y dimimuto, que se mueve entre la hojarasca en hordas compuestas por cientos de miles de individuos, sem-brando a su paso el terror y la muerte. Un ser que no tiene morada fija, que vivaquea cada noche en un lugar distinto y que solo se detiene el tiempo justo para realizar la puesta y para que naz-can sus hijos”, escribía Félix Rodríguez de la Fuente.

Hay casos registrados de hombres o caballos heridos que han sido devorados por estas hormigas. Puedes encontrar-las en África y Sudamérica, así que cui-dado al hacer un picnic y tirar miguitas de pan al suelo.

LA ASESINA DEL WÁTER

Las arañas violinistas o arañas de los rincones (género Loxosceles) tienen predilección por los rincones oscuros y tienen la peculiar costumbre de vivir en los aseos con poca higiene, donde abundan los insectos que les sir-ven de alimento. Suelen picar en nalgas, muslos y zonas colindantes e inyectan un veneno citotóxico y hemolítico que provoca necrosis y úlceras gangrenosas de hasta 20 centímetros.

Las más dañinas son las especies americanas, pero en España también hay una especie (Loxosceles rufescens) con hábitos desagradables. Las picadu-ras más severas pueden provocar he-morragias internas y en un 13 por ciento de los casos provocan la muerte de la víctima, generalmente, en el caso de an-cianos y niños. ABC - CIENCIA

 
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