Desconocimiento del referéndum


 

El resultado del referéndum del 21 de febrero pasado para la reforma de un artículo constitucional, fue absolutamente categórico al rechazar de plano todo intento de repostulación del actual primer mandatario del Estado. Los porcentajes fueron categóricos y definitivos, siendo irrevisable, de hecho y de derecho, la decisión del Soberano. Sin embargo, pese la contundente derrota sufrida por el grupo gobernante, ha surgido una corriente oficialista con el argumento de que dicho referéndum no tendría valor porque su resultado se basó en un falso concepto.

Al respecto es preciso recordar que a fines del año pasado, el interés de reformar la Constitución era limitado y casi exclusivo del gobierno. Empero, diversos organismos relacionados con el régimen (entre ellos la Conalcam y otros), iniciaron una agresiva campaña para realizar un referéndum destinado a reformar el artículo 146 de la Carta Magna, pedido que finalmente aceptó el Órgano Legislativo y, enseguida, sin oposición, aprobó la realización del referéndum, de acuerdo con el procedimiento vigente. La oposición apoyó la medida.

No solo eso, sino que la consulta popular se realizó sin dificultad. El partido gobernante hizo una gran cruzada utilizando toda clase de recursos y, en particular, trató de ganar a la mayoría de la población haciendo jugosas ofertas, entregando obras, haciendo anuncios de días de gloria, de que la felicidad estaba por venir y otras maravillas. Los equipos oficiales se encargaron de la campaña publicitaria por el SÍ en el interior del país, mientras el Presidente del Estado, en gira mundial (Rusia, Alemania, el Vaticano, etc.) iba en busca de éxitos para su postulación. Distribuyó prebendas a diestra y siniestra y autorizó el gasto de 150 millones de bolivianos para el evento.

Entre tanto, los partidos de oposición apenas hicieron campaña por el NO, no promovieron alguna negociación para unificar sus fuerzas y coordinar su decisión electoral y en ningún momento hablaron de pactos para enfrentar a la fórmula oficial. Es más, no gastaron ni un centavo. En un acuerdo de hecho se pronunciaron por la no reelección.

No obstante el desequilibrio de fuerzas, cuando el gobierno se aseguraba una victoria total, se produjo lo que ya las encuestas y la prensa habían asegurado: la derrota de la posición del oficialismo que al principio superaba el 70 por ciento y fue ajustada al 51 por ciento. Así, de todas maneras, el NO derrotó al SÍ, resultado que ahora se trata de desconocer y, en esa forma, anular la voluntad del Soberano, quién sabe con qué consecuencias.

No se debe olvidar que a lo largo de la historia de Bolivia, los intentos prorroguistas terminaron siempre en insurrecciones y golpes de Estado. Pero, en particular, se recuerda la anulación de la decisión del Soberano en las elecciones de 1951, conocida como “mamertazo”, arbitrariedad que irritó al pueblo en tal forma que decidió corregirla con mano propia y procedió a realizar la insurrección del 9 de abril de 1952, con las consecuencias consiguientes y la sanción a quienes hicieron mofa de la decisión popular.

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