[Alberto Zuazo]

Trato a las jóvenes y mayores


Es inadmisible tolerar y no castigar con todo rigor las violaciones a las jóvenes, ya que, según los informes policiales, solamente en La Paz se comete cada día siquiera cinco de estos abominables delitos.

La Policía debe actuar en estos casos con la mayor severidad y prontitud del caso, sin estar apelando a los morosos y a veces ilícitos trámites judiciales, para acabar con esta cobardía de jóvenes y mayores que atentan contra las jóvenes, sea en las condiciones en que se encuentren.

Últimamente se está informando sobre la frecuencia con que se comete el delito, sin reparar en que un atentado de tal índole se asemeja a un delito contra la vida de las víctimas, pues es irreparable el daño y desprestigio que se les infiere.

Aquellos varones, sean adultos o aún jóvenes, si quieren satisfacer sus requerimientos sexuales tienen la libertad de acudir a las casas de tolerancia que existen, que están autorizadas legalmente y recurrir a ellas únicamente demanda un costo financiero, dependiendo el mismo de la categoría que tenga el lugar, pero en todo caso hay virtualmente para todas las posibilidades en este orden.

De otra parte, tanto varones como mujeres tienen que entender que el enamoramiento tiene un límite, que se reduce a los besos y eventualmente a las caricias, pero de ahí para adelante es excederse, en lo social y en lo humano.

En este orden, los hogares, las familias, tienen que esmerarse en educar a sus hijos, de ambos sexos, sobre los respetos que deben guardarse, entre unos y otros, en su comportamiento en las relaciones sociales que van a tener, pues sólo de esa manera se protege la calidad de una sociedad.

EN SITUACIONES PÚBLICAS

En las últimas horas ocurrió algo condenable, la Policía utilizó la violencia para despejar un bloqueo de mujeres de Achacachi, frente al penal de San Pedro. ¿Qué pasa con las autoridades policiales? ¿No tienen esposas, no tienen hijas? Probablemente sea muy excepcional que alguno levante las manos contra sus compañeras de vida, y en cuanto a sus hijas lo que les corresponde es rodearlas de cariño y respeto. Igual comportamiento tienen que observar con el resto de las mujeres.

No hay que olvidar aquel sabio proverbio del pasado, que en todo tiempo y lugar debe continuar vigente. Dice: “A la mujer, ni con un pétalo de rosa”. Esta regla debe estar vigente en todo tiempo, en toda sociedad, en todas las instituciones y, por consiguiente, en todo varón. Igualmente en la Policía, pues al vestir uniforme no se puede cambiar de conducta en esta materia.

Si alguna vez las mujeres se movilizan por una causa, incluso haciendo vigilias y huelgas de hambre, hay que respetarlas y comprenderlas, porque lo están haciendo nada más que por el cariño a los suyos, con mayor razón cuando ellas están sufriendo por una injusticia o arbitrariedad.

Se sabe muy bien que la Policía se ha constituido para resguardar el orden público y, en casos de faltas o delitos, para tomar presos a los autores. Pero si se trata de mujeres, tienen que guardarles el respeto y consideración que merecen. En esos momentos deben recordar que son producto de una mujer y que cuando tienen familia, en su casa están aquellas a las que eligieron para sus esposas o parejas, aparte de que pueden ser ya padres de niñas o jóvenes.

En circunstancias de ejercer sus funciones, no tienen que cambiar de conducta, por más que una mujer hubiera incurrido en algún delito o un grupo de ellas opte por participar en movimientos de protesta.

En el primer caso, se debe tomar la medida que corresponda, incluyendo la detención, si ese fuese el caso, pero sin recurrir a la violencia. Y en cuanto a las que participan en un acto público, la única tarea que tienen que cumplir es hacer que guarden el orden público y que no causen perjuicios a otros, menos atenten contra los bienes sociales.

A su vez, cuando las mujeres tienen que manifestarse en demandas o protestas, deben también hacerse acreedoras al respeto que merecen, actuando en consonancia con sus derechos, pero guardando las formas femeninas para exteriorizar las motivaciones que tienen para esos efectos.

 
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