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[Raúl Alcázar]

Agente Hicks. La invasión chilena a Antofagasta

II

Unos días más tarde, el buque de guerra inglés HMS “Pelican” que tenía su “estación de vigilancia” en el Pacífico sur fue enviado expresamente a fondear en Antofagasta a pedido del cónsul inglés en Valparaíso, James de V. Durmmond Hay, bajo “sugerencia” de George Hicks (John Mayo - La compañía de salitres y la Guerra del Pacífico – Santiago, 1979).

El capitán del “Pelican”, R.K. Boys (citado como Hays por Roberto Querejazu), envió una curiosa nota el 16 de octubre 1878 al prefecto Severino Zapata: “con gran sentimiento me veo obligado a representar a Ud. ciertas medidas inusitadas que han sido adoptadas en contra del súbdito inglés George Hicks respecto a la contribución al alumbrado público que la Cía. de Salitres de Antofagasta considera está exenta” (La Patria 11/12/1878).

Respondió el prefecto Zapata: “Ningún individuo, sea cual fuere su nacionalidad puede excusarse de contribuir a las necesidades de la comunidad. En la ciudad de La Paz se encuentra el Ministerio de Relaciones Exteriores” (El Deber, 11/Dic/1878).

“War Hicks” no quedó muy satisfecho, reportaría luego: “espero que su visita (la del barco de guerra inglés) desaliente a los bolivianos de copiar a los peruanos en el hábito de expropiar y repudiar. Al viejo salvaje del Prefecto (Severino Zapata) no le importó nada la llegada del “Pelican”, de la que ni siquiera dio parte a su gobierno - boliviano-, no le importa nada la ley, la diplomacia, la etiqueta o los usos de las naciones civilizadas” (13/Dic/1878, Archivo Gibbs - Hicks a Miller).

Mr. Hicks no deseaba que el conflicto con Bolivia fuera solucionado, amenazó con suspender a sus trabajadores para presionar a Bolivia, “odiaba a los bolivianos con un fervor casi fanático”. “Desde febrero de 1878 hasta la ocupación de la ciudad por fuerza chilenas, Hicks libró su propia guerra” (Juan Recabarren - Episodios de la vida regional, Universidad Católica el Norte, Antofagasta, 2002).

George Hicks y la invasión chilena a Antofagasta

“Los bolivianos son un conjunto de salvajes y los chilenos están listos para pelearse con ellos. Es indispensable una reforma radical en Antofagasta. El lugar, la gente y sus bienes están en manos del grupo más inescrupuloso de bribones transformados en autoridades” (Hicks a Miller -14/Ene/1879).

“Desgraciadamente no nos conviene tomar la ley en nuestras manos y castigarlos (a los bolivianos) porque en este caso la Compañía tendría directores bolivianos, como otros tantos buitres sobre ella defendiendo la justicia y las leyes ese país” (Hicks a Soublete - abril 1877).

“Un oportuno desembarque chileno y la guerra haría subir las acciones [de la compañía de salitre) el 200 por ciento y más” (Alfonso Barros, Fundación desierto de Atacama).

“Tenemos a varios chilenos muy influyentes entre nuestros accionistas y si el Gobierno no cumple su promesa de tomar acción inmediata, se ejercerá fuerte presión sobre ellos en el Congreso y sin duda se verán obligados a actuar, y a actuar con energía” (Archivo Gibbs, 11470, 26/Mar/1878).

“Los bolivianos acá son diferentes, en el mar aprenden a ser prudentes y respetuosos mientras que en el interior son como águilas, desafían al mundo entero” (Hicks a Soublette, 1/IV/1878).

“Es de esperar que Chile utilice esta oportunidad para las costas del Pacífico de esta plaga (gavilla) de bolivianos” (Cartas de Hicks a Soublette, 23/julio/1878 – Citado por Ardiles 2013).

“Usted debe saber que estos malditos cuicos (apodo despectivo usado para referirse a los bolivianos) son mejores que las bestias para viajar el desierto”… “deberemos dejar de ser extranjeros en nuestro propio suelo… vamos a proceder a chilenizar el territorio” (Correspondencia de Salvador Reyes, cónsul chileno en Arica a Enrique Villegas, leída en la Sociedad “La Patria” por Hicks (Ahumada Pascual, 1885: 119-120).

El 14 de febrero de 1879, cuando Chile invadió Antofagasta escribiría: “No puedo contenerme con un fuerte ¡Viva Chile! que ha venido a punto como magia a salvar nuestra compañía de la perdición… ahora siento que mi carrera en Antofagasta ha terminado propia y honorablemente” (Hicks a Miller- La compañía salitrera y la ocupación de Antofagasta – Manuel Ravest Mora, 1983).

“La venganza de Dios ha caído sobre estos canallas (los bolivianos), esto igualará a la expulsión de los moros, no puedo parar de repetir con fervor ¡Viva Chile, Viva Chile!

(“Hiks a Reed -16/Feb/1879 – Citado por Jorge Basadre – Historia de la república del Perú, tomo 7).

Cumplida su misión con éxito, George Hicks dejó el cargo y la ciudad -ya chilena- de Antofagasta el día 31 de marzo de 1979, 8 días después de que Chile invadiera Bolivia en Calama. El señor del ancla “Fue despedido rumbo a Lima, con preciosas piezas interpretadas por la banda tres en línea” (El Pueblo Chileno – 5/abril/1879).

El autor es médico estudioso en temas históricos y diplomáticos.

 
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