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[Raúl Alcázar]

El título jurídico de Bolivia en La Haya

I

En la antesala de La Haya, Chile y Bolivia esperan el veredicto. Chile ya tiene veteranía por la demanda peruana del 2014. El salón rectangular “de la justicia” con vitrales de Douglas Strachan y pinturas de Albert Bernard, es la “santa sede” del palacio neo renacentista que desde 1943 alberga a la Corte Internacional de Justicia La Haya. La sala es enorme y el ambiente es borrascoso. Los delegados bolivianos hace unos días, sagaz e inesperadamente, acaban de activar la lumbre al introducir una contrademanda de Bolivia en relación con la causa del “Silala”, instalada inicialmente por Chile. La respuesta de un sobresaltado Chile fue inmediata “La contra demanda boliviana es un guiño electoral” (Pauta – Santiago, 31 de agosto de 2018) “Bolivia lo que ha hecho es colocar la vara muy alta”. (Roberto Ampuero – Radio Duna - 14 de septiembre de 2018). Se detectó “súbitas fallas” en el “nuevo software” y hay mil camiones bolivianos varados en el puerto de libre tránsito de Arica.

La legación chilena es frondosa y tiene sus bemoles. La componen varios agentes, todos muy conocedores del “asunto marítimo boliviano”. Poco antes de que el tribunal anunciara la fecha de la sentencia, se adjuntó Alfonso Silva Navarro. El nombramiento de Silva (embajador de Chile en Washington) en La Haya ha desatado un alboroto en la prensa especializada. Debió registrarse en la corte como abogado. En marzo de 2018 súbitamente dejó de ser abogado y su “status” pasó a ser “egresado” (Nuevo Poder – Santiago, 4 de abril de 2018) La universidad de Chile informó posteriormente que Silva tampoco era licenciado, que no tenía grado académico alguno y que la única licencia real que podía demostrar, era la de enseñanza media. (Héctor Cossío - El Mostrador – Santiago, 6 de agosto de 2018).

En todas partes se cuece habas. Fuertemente vinculado con el gobierno de Pinochet, ha expresado su profunda simpatía con el “Old Party” republicano. Su designación expresó un golpe de timón de tinte ideológico ultra conservador de la misión chilena en estos días.

Horas antes del fallo, todavía el “lobby” del ámbito chileno es intenso. Desde que el inglés Lord Thomas Cochrane fuera el primer comandante en jefe de la marina chilena en 1818, británicos y chilenos han mantenido una alianza que incluyó la franca participación inglesa en la Guerra del Pacífico contra Bolivia y Perú y la vergonzosa cooperación de Chile durante la Guerra de las Malvinas, entre otros desatinos. Escoltan a Gran Bretaña las diplomacias de EEUU, Canadá, Australia, India, Jamaica, Israel y Nueva Zelanda, entre otros, que conforman un bloque pro chileno de larga data y objetivos bien definidos. Estas metas incluyen la inoportuna cooperación de los Estados Unidos en la fragmentación de los bloques regionales Unasur, ALBA, así como su encubierta participación en la política interna boliviana con el fin de debilitar la estabilidad del gobierno boliviano, que fue uno de los factores más importantes que le ha permitido a Bolivia llegar hasta donde ha llegado.

Han sido reveladoras, en agosto, las recientes maniobras chilenas en la zona norte “Estrella Austral”, que con soporte estadounidense fueron ejecutadas en la frontera común, con el objetivo de “demostrar la capacidad de disuasión que tienen las FFAA, para defender la soberanía e integridad territorial de Chile” (La Tercera, 24 de agosto de 2018), la indiscreta militarización del norte argentino, en cuyos operativos se escucha hablar en inglés (News Magazine - Buenos Aires - agosto 2018) y la anexión como “caballo de Troya” de Colombia en calidad de socio “global” de la OTAN, acogiéndose a la doctrina que el internacionalista Andrew Korybko denomina como “guerra híbrida” o “conflicto etnocultural”, en el que juegan además un papel trascendental el litio peruano y boliviano y donde la función de las redes sociales es estratégica.

La misión boliviana en los países bajos es reducida, pero está llena de brillantes funcionarios a la cabeza del ex presidente Eduardo Rodríguez Veltzé. Acompañan a Bolivia, aunque todavía de manera precaria, Perú (el gabinete binacional acaba de concluir en Tarija), Argentina, Brasil y Paraguay. Alemania, que intenta relacionarse un tanto impulsivamente en la industria del litio. Rusia y China, cuya prioridad geopolítica es el tren bioceánico, Suiza, Francia y España. Se suma el patrocinio discreto pero categórico de Irán, apoyos a los que se agregan Japón (donde Bolivia no tiene embajador hace años) y Corea del sur. El apego político de Cuba, Venezuela y Nicaragua es marginal.

En pocas palabras, Santiago tendrá que negociar no solo con Bolivia, también con los intereses de este bloque de naciones cercanas a Bolivia, pero esta vez bajo el inexcusable amparo ético y procesal del máximo tribunal de las Naciones Unidas.

Para los ciudadanos de este país, a partir del 1 de octubre de 2018, con la gracia de Dios, la “cuestión boliviana” quedará zanjada y dejará de ser un anhelo para convertirse en un derecho. Bolivia llega a la sentencia sin el soporte de EEUU.

 
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