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2019: a 50 años de episodios luctuosos en Bolivia

Víctor Hugo Rodríguez Tórrez

Previamente: La frustración marítima.

Las generaciones que sobrevendrán inquirirán en sus tiempos por qué el gobierno boliviano, desafiante, sin sagacidad jurídica marítima, deificándose asimismo, engañó a la población en la primera veintena del Siglo 21. El fallo fue aplastante en La Haya, en presencia de dos ex mandatarios: el uno, nada menos que ex presidente de la Corte Suprema de Justicia, se suponía, fogueado en controversias internacionales. El otro, un militar formado en ciencias geopolíticas. La sentencia transmitió judicialmente a la contraparte nuestra esperanza oceánica en aquel Objetivo Nacional Permanente.

La decisión determinó el adiós al Pacífico, sumiendo a la población sensata en amargura claustral. Desde el siglo antepasado, ocho generaciones de bolivianos perseveraron en la reincorporación del mar.

Horas después del funesto 1/octubre/18, cuando, abrumador, resopló el boomerang procesal contra el demandante, con cálculo y socarronería en el caso que la CIJ fallase contra nuestra pretensión de entendimiento y negociación oceánica ulterior, el fallido timonel extrajo de debajo de la manga el anuncio del doble aguinaldo, agitando las aguas laborales.

En la era de complicidad, en sus tinieblas, incomprensivo, sin interés en asimilar cuán inestimable valdría poseer una costa soberana, el verbeneo pluri liberal folclorizó el anhelo azul marino común. Sugestionó electoreramente al país, exasperándolo paralelamente por el naufragio litigioso.

Bolivianos patriotas acusaron acritud y denuncia. EL DIARIO lo hizo férreamente. Lo insólito: Las instituciones “fundamentales”, 100% mutis.

Y, así, porque no necesitó hacerlo, el demandado, sin disparar ni un tiro, capturó el fallo fatal reafirmando su primacía en el Pacífico.

***

1969.- A medio siglo de duras experiencias vividas por Bolivia, resaltan por su carácter dramático dos de ellas.

El domingo 27 de abril, en accidente de aviación, cerca de Arque, perecieron el presidente constitucional René Barrientos Ortuño, su edecán y el piloto del helicóptero.

El país nunca conoció oficialmente pruebas respecto al siniestro. (La murmuración pública inventó un crimen político-pasional, o improbado tráfico internacional de armas).

Asumió con urgencia el mando el vicepresidente constitucional, abogado Luis Adolfo Siles Salinas, cuya debilidad en el poder fue atropellada con abiertas amenazas del comandante en Jefe, Gral. Alfredo Ovando Candia, quien finalmente el viernes 26 de septiembre de aquel año derrocó al presidente civil, “invitado” después a Arica. Formó cogobierno con nueve civiles –entre ellos un periodista- y seis militares, quienes no sólo depusieron al estoico mandatario. Con aquella ejecución golpista, suprimieron la constitucionalidad, el Estado de Derecho y, lo nefasto, mandaron por la borda la prosecución democrática recuperada por los bolivianos con las elecciones generales de 1966.

Fue reinstalada la dictadura que se extendería hasta octubre/1982. El “Mandato Revolucionario”, emitido por las Fuerzas Armadas, entre otros “postulados” de la abrupta disolución de la democracia, expresaba: “Se instituye el Poder Revolucionario para poner fin a un orden pseudo democrático, antinacional y falsamente estable”. Derogó el Reglamento Sindical.

EEUU suspendió relaciones con Bolivia.

Y un protagonista del golpe, entre otros conjurados, fue el dirigente socialista Marcelo Quiroga Santa Cruz, designado Ministro de Minas y Petróleo, artífice de nacionalización a la petrolera norteamericana Gulf Oíl Company.

Pero la eliminación de la democracia, en sus primeras horas, fue opacada por el accidente del avión comercial DC6-CP 698 del Lloyd Aéreo Boliviano, aeronave que se estrelló en un cañadón montañoso próximo a Viloco. Murieron los 74 ocupantes que procedían desde Santa Cruz. El vuelo fatal incluyó al equipo paceño de fútbol The Strongest y dirigentes, tragedia espeluznante que consternó y dolió a todos.

Hace cinco décadas aquellos siniestros mortales ocurrieron en Bolivia.

 
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