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Es preciso superar los momentos difíciles


 

Como en todo país pobre como el nuestro, los problemas para resolver son múltiples y las posibilidades son escasas, especialmente por carencia de medios financieros y hasta condiciones precisas para encarar dificultades no previstas. Todo cambio de gobierno, por idénticas ideologías que tengan, implica la adopción de medidas no siempre fáciles y algunas requieren acciones radicales. Hay momentos del pasado en que se produjeron hechos no calculados y que han derivado en situaciones conflictivas tanto en lo económico como en lo social que requieren actitudes políticas que signifiquen pérdidas partidarias y de popularidad; pero la realidad imperante no permite postergaciones y menos soluciones a medias que, luego, muy luego, signifiquen sacrificios que comprometan prestigios.

Ante situaciones complejas, tanto institucionalmente como en niveles populares, casi siempre se espera que el gobierno las resuelva y nadie aporta el cómo y menos con qué; total, se dice, “es responsabilidad del régimen y nadie tendría que intervenir”, falsa posición porque si se sabe de remedios para problemas conocidos y que son de competencia del país o del mismo gobierno, lo correcto es aportar, señalar lo mejor que se tenga para corregir lo anómalo o lo que es problemático. Ver o saber de un mal que es posible trocar en bien es un deber que se debe cumplir y no hacerlo es irresponsabilidad e insensatez.

Lo honesto cuando hay situaciones controvertidas es sugerir y mostrar los remedios, aconsejar cómo y cuándo aplicarlos; no es, en modo alguno, demostrar frialdad e indiferencia, especialmente cuando se sabe que lo que se haga o no afecta de una u otra forma a la comunidad en que se vive o, en casos, al país. El bien común es resorte y responsabilidad de todos; no es patrimonio o incumbencia solo de pocos cuando se sabe que de ese bien común es parte activa uno mismo y la propia familia. La responsabilidad personal, familiar, institucional o de cualquier naturaleza no es delegable, es compromiso moral y legal, es honrar la propia palabra que debe ser cumplida.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

EL DIARIO
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