Viaje a la Luna

Continuando con el comentario sobre el extraordinario libro de Julio Verne, De la Tierra a la Luna, tocaré en esta oportunidad, la segunda parte que trata de la construcción de un cañón que, en función a la distancia más próxima en la que se encontrarían la tierra y su satélite resultaría ser en Tampa, Florida. Cuando es lanzada la idea y se solicita cooperación internacional, inmediatamente hay respuesta del propio USA, países europeos, asiáticos y sudamericanos, lo que permite iniciar todas las tareas para instalar el gran cañón.

A tiempo de lanzarse la idea surge un personaje que viaja desde Francia para unirse a la iniciativa, su nombre: Michel Ardan. Éste cuestiona la posibilidad de visitar la Luna, porque en ella no hay atmósfera y, por tanto, no hay vida.

Pero, al mismo tiempo, Ardan sugiere una bala cilíndrica que llevará todo lo necesario en materia de agua y víveres y de paredes gruesas que resistirá el calor al cruzar la atmósfera. El aire se producirá artificialmente por procedimientos químicos conocidos. La velocidad de caída en la luna será seis veces más lenta que una caída en la Tierra porque la fuerza de gravedad es seis veces menor que una caída en la Tierra. Su denominación: Columbiada.

En cuanto al retorno a la Tierra, la respuesta es muy concreta: ¡No volveré!

La nave proyectada era esférica, llevaría tres tripulantes, sería impulsada por un proyectil, una magnífica pieza de metal. Un producto metalúrgico que hacía mucho honor al genio industrial de los americanos.

Michel pidió amoblar el interior, ya que transportaría a tres embajadores de la Tierra.

El proyectil debía llenarse con agua hasta una altura de tres pies. Esta capa de agua estaba destinada a sostener un disco de madera en el que se colocarían los pasajeros.

Luego se añadían otros detalles al interior de la nave.

Se decidió, asimismo, instalar un telescopio gigantesco para seguir la trayectoria de la nave y captar los mensajes que se enviaría desde la Luna.

Construida la gigantesca nave llegó el primero de diciembre, se embarcaron todos los equipos y provisiones y se instalaron en la nave, Barbicane, el capitán Nichol y el francés Michel Ardan, para un viaje sin retorno.

Dieron las diez "había llegado el momento de entrar en el proyectil, pues la maniobra necesaria para bajar a él, atornillar la tapa y quitar las grúas y los andamios inclinados sobre la boca del Columbiada exigían algún tiempo".

Nichol, Barbicane y Michel Arden estaban definitivamente encerrados en su vagón de metal.

Después de unos angustiosos minutos surgió la palabra ¡Fuego! ¡Hubo una detonación espantosa, inaudita, sobrehumana! La nave había partido.

Se dieron varios días de lluvia y niebla hasta que el día 12 de diciembre el Observatorio de Cambridge informó que el proyectil había sido observado, con el mensaje siguiente:

"El proyectil lanzado por el Columbiada de Stone's Hill ha sido percibido por los señores Belfast y J.T. Maston, el 12 de diciembre a las 8 horas 47 minutos de la noche, habiendo entrado a la Luna en su último cuarto.

El proyecto no ha llegado a su destino. Ha pasado, sin embargo, lo bastante cerca de él como para quedar retenido por la atracción lunar.

Allí, su movimiento rectilíneo se ha convertido en un movimiento circular de una velocidad vertiginosa, y ha sido arrastrado siguiendo una órbita elíptica alrededor de la Luna, de la cual ha pasado a ser un auténtico satélite".

... Por ahora, el único resultado de la tentativa del Gun Club ha sido dotar a nuestro sistema solar de un astro nuevo".

Un libro extraordinario, con una anticipación científica increíble. Una lectura grata.