[EFE ]

Indígenas huyen del hambre y luchan por sobrevivir


Ciudad Juárez (México), (EFE).- Enclavadas en barrio de la periferia de Ciudad Juárez, en el norteño estado mexicano de Chihuahua, unas 150 familias rarámuris luchan por sobrevivir lejos de sus tierras originales en una urbe asolada por la violencia del narcotráfico.

En la Colonia Tarahumara, fundada hace 16 años, la mayoría de los hombres se dedica a la construcción, mientras las mujeres, ataviadas con múltiples faldas coloridas y rebozos (mantos que cubren la cabeza y parte del cuerpo), hacen artesanía y piden “kórima” (limosna) en la ciudad.

Juana, una mujer rarámuri de 35 años que llegó a Ciudad Juárez hace 17, ha sido testigo de la difícil situación en la Sierra Tarahumara y de la llegada de cada vez más miembros de su etnia a la Colonia, aumento que las autoridades locales estiman en cerca de 30% en los últimos 4 años.

NADA PARA COMER

“Hace poco visité a mis familiares allá en Guachochi y no tienen nada que comer. El problema es que no ha llovido y no les salió la papa ni el fríjol que sembraron. Se están muriendo de hambre”, dijo Juana a Efe.

Debido a la fuerte sequía y las heladas en la Sierra Tarahumara, cientos de rarámuris han tenido que dejar atrás sus tierras y parte de sus costumbres para bajar a la urbe a efectuar labores que les son ajenas y con eso llevar algo de comida a sus familias.

“Yo me vine por el trabajo; allá en la Sierra nos enteramos de que había trabajo en las maquiladoras y yo sí trabajé para poder sobrevivir, porque en Guachochi es muy difícil la vida. No hay comida, ni salud, y estos últimos años se ha puesto muy frío, más que antes”, contó Juana.

VIOLENCIA

La cultura rarámuri considera que los “chabochis” (gente de ciudad) son una raza inferior por su debilidad física y espiritual, y el hecho de pedir limosna o albergue en la urbe los ha lastimado profundamente en su autoestima.

Juan, un rarámuri padre de tres niños, afirmó que bajar a la ciudad se ha convertido en una labor temeraria desde que comenzó una ola de violencia vinculada al narcotráfico que ha cobrado la vida de más de 9.800 personas en los últimos 4 años.

“Hay gente que tiene miedo de ir a pedir o a trabajar por la violencia, pero a mí no me da miedo. Si me va a tocar me va a tocar. He visto tres veces como matan a alguien, pero nosotros no somos miedosos”, dijo.

Félix Carrillo, líder de la comunidad, dijo que el presunto suicidio de rarámuris por falta de alimentos en la Sierra Tarahumara reportado recientemente por un activista no ha encontrado eco en la Colonia, pero reconoció que la difícil situación orilló a muchos de ellos a dejar sus tierras por la ciudad.

“Lo que supe es que mucha gente no levantó cosecha. Un costal de papa o fríjol fue todo lo que salió y como no tienen nada que comer se vinieron a la ciudad”, comentó.

AYUDA INMEDIATA

El líder comunitario consideró que la situación en Ciudad Juárez es más “digerible que en la Sierra”, donde las provisiones que envían organizaciones no gubernamentales o el Gobierno estatal “no siempre llegan o se las venden a los rarámuris”.

El viernes, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de México exigió ayer acciones urgentes para remediar la falta de alimentos y atención médica que padecen los rarámuris en la Sierra Tarahumara.

Los rarámuris han comentado a la CNDH que están padeciendo la escasez de alimentos a causa de la sequía y las heladas, así como falta de atención médica oportuna en sus comunidades.

La CNDH hizo un llamado “para que se cumplan a cabalidad los derechos humanos a la protección de la salud y la alimentación de la población indígena de Chihuahua”.

Añadió que “se deben tomar acciones urgentes y permanentes para atender de inmediato la carencia de alimentos, se atiendan las necesidades primarias de salud de esa población, y se generen políticas públicas que impulsen el desarrollo” de los rarámuris.

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