Sociedad Boliviana de Estudios Históricos

La diplomacia chilena del enclaustramiento


Parte I

El 13 de agosto de 1900 fue para Bolivia un día crucial con la imposición del Tratado chileno de 1904. Abraham Koënig, ministro plenipotenciario de Chile en Bolivia, enviado a La Paz en una misión de guerra, le entregaba al canciller boliviano Eliodoro Villazón “las bases definitivas de paz”, en las que le exigía al gobierno boliviano de José Manuel Pando la suscripción de un tratado de entrega definitiva del mar boliviano, bajo la perentoria amenaza de invasión. La disyuntiva planteada por Chile a Bolivia fue, entonces, terminante: invasión o mar.

La extensa “Nota diplomática” de Koënig, como fue llamada desaprensivamente por la Cancillería boliviana, era nada menos que un “ultimátum de guerra”, con el que se daba comienzo a la gestión diplomática de Koënig con esta dura advertencia: “Chile ya no puede seguir esperando más” a Bolivia.

En el ultimátum recibido en la Cancillería, el Plenipotenciario chileno le recordaba a Villazón, perversamente, los antecedentes “aceptados por ambos países de que el antiguo litoral boliviano es y será siempre de Chile”. Esta grave denuncia en contra de Villazón tenía el propósito de intrigar al Gobierno boliviano liberal en cuanto a tener compromisos ocultos con Chile. Villazón no lo desmintió, habiendo necesidad de hacerlo, porque Koënig con esta delación buscaba complicar las turbias negociaciones de esos años.

El presidente Pando pide

mediación de EEUU

El Canciller boliviano, con gran alarma, tomó tres caminos antes de responder a Koënig. Primero, pidió la mediación del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que pretextando ser amigo de ambos países no aceptó la solicitud boliviana. Segundo, envió a Félix Avelino Aramayo, embajador de Bolivia en Londres, a Santiago de Chile para ofrecerle en venta el litoral boliviano por 2.000.000 de libras inglesas, oferta que no fue aceptada por Chile. Tercero, aceptó firmar el tratado exigido por Koënig, con una nota de entrega del mar a Chile el 5 de octubre de 1904, después de cuatro años, dos meses y siete días, en vísperas de marcharse de la Cancillería boliviana, por cambio de gobierno en el país.

En ella, Villazón declaraba dos cosas de distinto tono. En la primera decía, a modo de exculpación y asumiendo un carácter fuerte que no tenía: “Insisto en que se conceda a Bolivia un puerto y una zona de territorio sobre el Pacífico”. Esta era su tesis frente a la posición enclaustradora de Koënig. En la segunda le hacía saber, sin mostrar valor patriótico, que “el Congreso boliviano considerará... sin perder de vista las consideraciones categóricas de V.E. de que el Gobierno y el pueblo chilenos tienen el propósito irrevocable de conservar la posesión y dominio de los territorios (bolivianos) que actualmente ocupan”.

Con esta actitud desdorosa para el canciller Villazón, Chile recibió la resolución afirmativa del Congreso Nacional al modo de una capitulación. La diplomacia chilena obtenía de Pando en este día un gran triunfo, porque la aprobación del ultimátum de guerra por Bolivia era el primer paso en el plan de Chile de consumar su victoria.

La primera petición de reservación de un

puerto para Bolivia en el tratado chileno

Para la firma del tratado de entrega del Litoral boliviano a Chile, Villazón puso una condición. En el tratado debía reservarse para Bolivia la propiedad de un puerto, no especificándose cuál, cualquiera que sea fijado, entre los cuatro puertos bolivianos retenidos por Chile. Koënig no respondió a la petición boliviana puesta en su nota.

Esta fue la primera petición de “salida” al mar por un “puerto boliviano” de los que Chile retenía desde 1879. Con esta “petición” Villazón inició la historia de las “salidas de Bolivia al mar” pedidas a Chile, aun antes de la suscripción del tratado. Villazón hizo su petición de un “puerto de salida al mar”, antes de la firma del tratado, a un nivel puramente político, que no tenía, por tanto, ninguna fuerza jurídica exigible, razón por la cual Koënig no la respondió siquiera.

Villazón no era un estratega ni un visionario político, sino un funcionario político conservador que se hizo liberal después de la guerra civil de 1899, siendo nombrado Canciller de la República por el presidente Pando. Nada más, por todo antecedente.

Esta fue la primera vez que alguien, en función oficial, le pedía a Chile un “puerto” de entre los que este país retenía tras la invasión, del que decía Villazón que le serviría a Bolivia de “salida” al mar, para uso de su comercio internacional.

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