Nueva perspectiva tecnológica para pacientes oncológicos

La incidencia del cáncer a nivel mundial está en aumento según las estadísticas de la Organización Mundial de la Salud, siendo la segunda causa de mortalidad por enfermedades no transmisibles después de las patologías cardiovasculares, con una proyección hacia finales de este Siglo XXI que podría sobrepasar a esta patología. La epidemiología nacional nos indica una misma tendencia.

La adopción de mejores procedimientos de diagnóstico precoz y de tratamiento mediante la incorporación de tecnologías modernas y probadas que coadyuven a las ya existentes que ayuden a los médicos a tomar mejores y oportunas decisiones tendientes a un mejor y más eficaz manejo de los pacientes oncológicos, será uno de estos retos. En los últimos años la Tomografía por Emisión de Positrones, PET por sus siglas en inglés (Positron Emission Tomography), una modalidad de la Medicina Nuclear, ha demostrado su gran importancia clínica y que complementa, y en muchos casos es superior, a otras técnicas de imagen.

El PET es una de las modalidades más sensitivas, específicas y cuantitativas de imagen para estudiar en vivo y en tiempo real interacciones moleculares biológicas que revelan procesos funcionales indicativos de anormalidad a nivel molecular y celular. Da información sobre el estado o función metabólica a nivel celular, que ofrece enormes posibilidades para el diagnóstico oncológico, convirtiéndola en la técnica por excelencia, o el estándar de oro, para un numeroso rango de desórdenes neoplásicos, desde el diagnóstico precoz de cáncer de mama, vías respiratorias, cérvico-uterino, próstata, vías digestivas y otras, hasta el seguimiento del tratamiento quirúrgico, químico y radioterapeútico, y evaluar además su eficacia o no, incluyendo la planificación dosimétrica de la radioterapia.

Los beneficios más visibles en el campo oncológico son la posibilidad de un diagnóstico precoz y oportuno que en general no lo ofrecen otras técnicas o bien, las complementa, predicción pronostica de calidad al cuantificar el grado de malignidad, clasificación y estadificación, identificación del sitio primario, compromiso ganglionar y posibles metástasis y evaluación de la respuesta a las varias estrategias de tratamiento terapéutico, evitando procedimientos infectivos y costosos y en muchos casos, innecesarios.

Esta práctica emplea radioisótopos emisores de positrones de vida media corta, por lo que tienen que ser producidos localmente. Para esto es necesaria la instalación de un ciclotrón, acompañado de instalaciones de radiofarmacia para la preparación de los radiofármacos a ser inyectados al paciente, además de una cámara PET o PET/CT donde se hace la adquisición de las imágenes.

En el caso de Bolivia, a pesar de ya tener una experiencia en medicina nuclear por más de medio siglo y contar con recursos humanos con excelente formación en medicina nuclear, todavía no está implementada esta técnica, por lo que un buen número de pacientes que disponen de los recursos necesarios, se ven en la necesidad de buscar soluciones en el extranjero, con los consiguientes inconvenientes y costo alto económico. Un número mucho mayor de pacientes oncológicos bolivianos no tiene estos recursos y se ven imposibilitados de acceder a los beneficios del PET.

Este artículo es el primero de una serie de otros que serán publicados con la contribución de especialistas nacionales en la materia, además de conferencias y seminarios, con el fin informar a la población y a grupos de interés como las sociedades médicas y oncológicas, jóvenes profesionales de la salud, y crear un ambiente favorable para que las autoridades del ramo consideren oportuno y necesario la implantación del PET en Bolivia en un próximo futuro.

(*) La versión completa del artículo puede ser consultada en el sitio web de la Academia Nacional de Ciencias de Bolivia: www.aciencias.org.