[Jaime Martínez]

Consecuencias socioculturales de la Guerra del Chaco


La Guerra del Chaco fue una tragedia que ha marcado profundamente a nuestro país por las huellas que ha dejado en nuestro acontecer social, político y cultural. En efecto, partió a los bolivianos en dos porciones: los viejos y los jóvenes; entre aquellos que soñaban vivir en un país próspero y fuerte, y los jóvenes combatientes, que al defender el territorio se dieron cuenta de la falacia en la que vivían, y se pusieron a proponer una nueva Bolivia. El ejército fue el primer testigo de esta actitud cuando los jóvenes oficiales estuvieron al frente de la tropa, y se dieron cuenta de la realidad.

Al tomar conciencia de la real situación de Bolivia fundaron la logia “RADEPA”, formada por subtenientes, tenientes y capitanes, para actuar políticamente después de la contienda, subordinándose disciplinadamente a sus superiores durante la guerra. Los civiles, enrolados para defender la heredad nacional también cambiaron su visión de la patria, doloridos por el desastre al que asistían; y, una vez firmado el armisticio, en junio de l935, se reunieron para discutir las soluciones políticas que debían plantear.

De esta manera nacieron los partidos nacionalistas y los de inspiración marxista. Todos coincidían en realizar una reforma agraria, nacionalizar las minas, y abolir el pongueaje. “Tierra para el indio y minas para el Estado” fue el grito de la generación salida de la guerra, si bien el slogan fue de Tristán Marof, de línea trostskista.

Con el pensamiento renovado y la actitud combatiente se lanzaron a la lucha contra los viejos esquemas liberales. De esta manera se fueron enfrentando la Bolivia conservadora con la revolucionaria hasta llegar a los cambios iniciados el 9 de abril de 1952. Transformación que no es obra exclusiva de un partido sino de una generación, porque todos, de una u otra manera, proponían los mismos cambios.

En el plano cultural los cambios se notaron en la literatura, la pintura, la música, etc. En las letras, lo primero que apareció fue el libro testimonial o de defensa de actitudes asumidas, en las cuales los oficiales del ejército hacían análisis de batallas, como la célebre de Campo Vía, donde el ejército fue prácticamente diezmado, cayendo centenares de prisioneros, obligando al país a un inmenso sacrificio humano y económico para formar un nuevo ejército y continuar la guerra; o la de Nanawa, etc. Posteriormente aparecieron nuevos estudios sobre las otras batallas.

En el campo civil, “Prisionero de guerra”, de Augusto Guzmán, novela de testimonio presencial, pues el autor estuvo como prisionero en el Paraguay; “Repete”, de Jesús Lara, diario de guerra de un soldado que estuvo en primera línea, codeándose con el “repete”, el indio combatiente que no sabía cuanto allí estaba sucediéndole. Luego vino la gran literatura de renovación y análisis del país con “Aluvión de fuego”, de Oscar Cerruto, que muestra la Bolivia del campo, con levantamientos campesinos; las minas, encendidas con ideas socialistas, la ciudad y la guerra.

“Sangre de mestizos”, de Augusto Céspedes, cuentos donde destaca “El pozo” y la tortura de la sed, en medio de una naturaleza hostil, seca e indiferente al hombre empeñado en conseguir agua en un pozo y que únicamente será tumba de quienes lo cavan con tanto anhelo. “Laguna H3” de Adolfo Costa du Rels, en la cual se plantean problemas existenciales por parte de un oficial, frente a la actitud de quienes viven de manera más elemental, los soldados extraviados en el bosque; o los cuentos de Raúl Leytón, con “Indio bruto” como la denuncia literaria mejor lograda de los sentimientos y actitudes del indio combatiente, que más sueña con su tierra y animalitos, que en empeñarse en luchar con un “enemigo” de quien no ha recibido ofensa alguna; o “La carpa de los aislados”, donde muestra la situación del herido en campaña y olvidado en un puesto de socorro médico.

En la poesía, el libro de Otero Reiche, con poemas muy humanos que denuncian la injusticia y barbarie de la guerra, y tantos otros, que han abierto rumbos literarios diferentes a los acostumbrados hasta entonces en nuestras letras.

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