[Fernando Untoja Ch.]

Una máquina económica en la encrucijada


II

En el artículo anterior la idea central era que los modelos de desarrollo tenían carácter exógeno (todos importados) y que la máquina económica estaba en la encrucijada de tres estructuras, elementos factores del bloqueo o truncamiento del desarrollo económico.

Ahora bien, ¿cómo comprender la disposición de estas estructuras en su funcionamiento? El problema es saber si entre las tres existen relaciones de yuxtaposición, colisión y articulación. ¿Qué papel juega el Estado o la institucionalidad? En esas condiciones, ¿qué significado tiene hablar de la economía incluyente o economía comunitaria?

Si no se logra comprender las relaciones entre esas tres estructuras, las categorías de economía comunitaria, incluyente, no hacen más que escamotear nuevamente las relaciones entre instituciones económicas y políticas.

El orden lógico en que estas tres estructuras se repiten y se reproducen es el siguiente: en la base de la estructura socio-económica está el Ayllu, donde la relación de pertenencia define el régimen de propiedad; sobre ésta se yuxtapone la estructura feudal, quedando la capitalista cubriendo fragmentariamente la totalidad económica y social. Ahora bien, presentemos brevemente las características de esas estructuras.

En el modelo del Ayllu, es la pertenencia la que determina la posesión privada; este principio está acompañado por cuatro formas de organización del trabajo: Ayni, Minka, Mita, Q’amaña. La primera mantiene la rivalidad entre familias a través de la cooperación. La Minka estimula la competencia entre los ayllu; la Mita es la obligatoriedad de los ayllu y las familias con la Marka (la comunidad mayor). La última, la Q’amaña, fija las reglas de juego entre las familias y la naturaleza, es decir es la administración del medioambiente.

Esta estructura tenía validez para su tiempo, pero hoy el principio de la pertenencia se convierte en un freno para la acumulación y al desarrollo económico, pues no permite que la tierra sea sujeto de crédito; de las formas de organización del trabajo sólo quedan el Ayni y la Q’amaña, éstas son retomadas y practicadas por los mercaderes en el país.

En la lógica del Ayllu la circulación de productos se realiza con base en la nomenclatura de bienes en el tampu; actualmente es el mercader contemporáneo o el comerciante que asegura la circulación. Estamos en presencia de una articulación importante y novedosa entre la lógica de la rivalidad del ayllu y la lógica de la competencia capitalista. Articulación que desnuda el discurso de la economía comunitaria. Esta articulación no es tomada por los nuevos enfoques del desarrollo económico, menos por estudiosos y agentes políticos.

En cuanto a la estructura feudal, ésta se conserva en las instituciones, en las prácticas y la mentalidad de los agentes sociales. Tiene como principio las relaciones de parentesco; (favores, asistencialismo, nepotismo). Entre la lógica del Ayllu y la capitalista, la estructura feudal se convierte en el obstáculo más grande tanto para el capitalismo y el ayllu.

El capitalismo, cuyo principio se funda en la propiedad privada y la relación capital-trabajo, por las estructuras mencionadas anteriormente se encuentra en una relación de yuxtaposición y colisión con la estructura feudal; tiene una estructura por su fragmentariedad muy débil, es decir poco competitiva, poco innovadora y creativa. El capitalismo y su desarrollo está entre las instituciones que funcionan en desfase con la dinámica económica. El papel de la institucionalidad es reducida y no asegura ninguna complementariedad en la máquina económica.

El capitalismo en Bolivia vive sólo con una ventana abierta al mundo y la base de su relación cuenta apenas con dos productos; por la mentalidad feudal los empresarios son dormilones, si algo les va mal, siempre tienen la esperanza de que el Estado los salvará. Nuestros agentes económicos tienen tres estructuras en la cabeza y esta yuxtaposición anula su comportamiento para jugar en rivales y en la competencia. El homo economicus está “loco”, ha dejado de ser racional, si es que lo fue alguna vez.

El espacio económico se encuentra entre las formas de organización local y la dominancia del capitalismo. Uno de los grandes problemas es la dificultad para definir estrategias de desarrollo. En los Andes y más particularmente en Bolivia, las formas de organización social que relevan de la lógica del Ayllu continúan vigentes y se observa una especie de metamorfosis entre la economía capitalista y las relaciones sociales de la economía del Ayllu.

El proceso que vive Bolivia está acompañado por una serie de categorías discursivas que dan un colorido de autonomía, de soberanía. Así, por ejemplo, se maneja con fuerza la idea de “recuperar” formas de organización social y económica, para dar solidez a la identidad no sólo cultural sino dotar a la población de técnicas para asumir una autonomía en la producción y la repartición, sin conocer esa disposición de estructuras. El desconocimiento de la máquina económica y de la estructura del Ayllu hace que se recurra a categorías como economía comunitaria o economía plural y últimamente de moda el desarrollo de la economía incluyente.

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