[Hernán Zeballos]

Inundaciones y deforestación


Al concluir mi anterior artículo sobre las inundaciones en el Beni y parte de Santa Cruz, señalé que una de las causas era la creciente deforestación de los últimos 50 años, como parte del proceso de integración nacional y expansión de la frontera agrícola.

Uno entre los numerosos trabajos realizados sobre este aspecto señala: “La deforestación y degradación de bosques ocurren en todos los ecosistemas boscosos de Bolivia, principalmente en el bosque amazónico, en el bosque en transición, en el bosque seco chiquitano, en el bosque sub-andino y en el Chaco. En un escenario de deforestación para el año 2100 se encuentra que la expansión de la frontera agrícola en Bolivia será la principal causa de deforestación, llegando ésta a superar las 33 millones de hectáreas de bosque. En tierras bajas, los procesos de deforestación son responsables del 95% de la reducción en el nivel de biodiversidad, mientras que el cambio climático solamente es responsable del 5%. Una deforestación esperada de 33 millones de hectáreas para finales de este siglo, significa la emisión de 8 mil millones de toneladas de CO2” (1).

En Bolivia, la tasa de deforestación es de 350.000 ha al año, pero en términos per cápita 320 m2/persona/año, resulta en una tasa 20 veces más alta que el promedio mundial (~16 m2/persona/año) y una de las más altas del mundo, superando los niveles de otros grandes países deforestadores”. (DEFORESTACIÓN EN BOLIVIA: UNA AMENAZA MAYOR AL CAMBIO CLIMÁTICO. Andrea Urioste E., FAN - Fundación Friedrich Ebert, septiembre 2010).

Lo que estos estudios parecen dejar fuera es el hecho de que la pérdida de bosques afecta el régimen de lluvias y acelera la velocidad de escurrimiento, con lo cual se dan los graves daños que se ha observado en las inundaciones del 2008 y las actuales del 2014.

“Ante este desolador escenario de deforestación -agravado por las amenazas del cambio climático- los bosques ofrecen una única oportunidad para mitigar y adaptarse al cambio climático. Aproximadamente el 20% de la reducción de emisiones necesarias antes de 2020, para prevenir que la temperatura global aumente más de 2°C, puede lograrse si se reducen las emisiones provenientes de deforestación y degradación, se conservan las reservas forestales de carbono existentes y se aumentan las reservas forestales de carbono por medio de la aforestación y la reforestación”.

La deforestación y la degradación de bosques ocurren en todos los ecosistemas boscosos de Bolivia, principalmente en el bosque amazónico, en el bosque en transición, en el bosque seco chiquitano, en el bosque sub-andino y en el Chaco (Programa de Naciones Unidas para la Reducción de las Emisiones de la Deforestación y Degradación del Bosque en los Países en Desarrollo, 2010 “Documento del programa nacional conjunto”).

Estas áreas, como he señalado anteriormente, son parte de la gran cuenca amazónica boliviana, con una riqueza acuífera impresionante. Al desembocar en el río Madera, cuyas presas en el lado brasileño están siendo objeto de cuestionamientos, realizan una descarga de 17.000 m3/segundo. Compárese esta cifra con los modestos 300 ls/seg del río Silala, sobre el cual tenemos tanto problema. Aunque esos modestos 300 ls. significan mucho para la actividad económica y la vida del norte chileno.

“La agenda boliviana -en los niveles nacional, departamental y municipal- puede avanzar en la construcción de esquemas de servicios ambientales para bosque y usos del suelo, ámbito que acoge esquemas de aprovechamiento sostenible de productos forestales no maderables, como el cacao, café, castaña, palmeras aceiteras, decenas de productos de la biodiversidad nativa boliviana y productos maderables certificados”.

Además, la no deforestación y reforestación contribuirían “a un manejo integral que incorpore actividades orientadas a la protección de la cuenca, y que articule los diversos tipos de aprovechamiento de los recursos naturales, con énfasis en la protección de los reservorios y fuentes de agua” (Programa Nacional de Cambio Climático, 2009).

El tener en mente, en la toma de decisiones de política, el valor de nuestros bosques y la biodiversidad, es el primer paso para preservar nuestras cuencas hidrográficas, ya que una de sus funciones importantes es reducir la erosión de los suelos y contribuir de manera importante a reducir el impacto de las inundaciones en las pampas de Moxos. Al mismo tiempo preserva las fuentes de agua dulce, la cual se encuentra en los lagos, ríos arroyos, acuíferos subterráneos, agua de lluvia y aguas superficiales para uso doméstico, industrial y agrícola.

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