La palabra espontánea
Luis Trino Lopera
Una nueva generación de profesionales invade las empresas hace ya un par de años. Este grupo no es como el de nuestros abuelos, padres o nosotros mismos (hablo de los que pasamos la treintena de años), ellos poseen unas características peculiares, nunca antes vistas: son más flexibles, poco jerárquicos y completamente conectados al Internet. Al tenerlos entre nosotros, es esencial saber manejarlos para aprovechar sus competencias.
Para el joven profesional actual, no hay nada más aburrido que una jornada de 8 horas rutinarias. Él necesita acción, mayores retos. Entréguele objetivos extras a los que tiene en su manual de funciones. Pídale, por ejemplo, que revise las páginas web de la competencia y que, sobre la base de sus observaciones, presente un informe oral detallado para saber qué quitar, mantener o mejorar en el sitio oficial de la empresa. Desafíelo a cambiar regularmente de sucursal o agencia, incluso al interior/exterior del país; él no lo hará por el dinero, sino por la emoción de sentirse importante y conocer más gente. En sí, como empresario deberá ser creativo para no aburrirlo.
Olvídese de los títulos de licenciado, ingeniero, arquitecto y, mucho peor, el de jefe o superior. Aunque no lo digan, aborrecen estos términos y sólo les crea hostilidad. Durante la inducción, está perfecto que sepan quién está a cargo y a quién deben rendir cuentas, no hará falta que una etiqueta se los recuerde todo el tiempo. En lugar de eso, motive a su gente a tutearse, ellos sabrán manejar este asunto en el margen del respeto.
Promueva una comunicación directa, sin canales que obstruyan una franqueza y naturalidad en el momento de expresar opiniones, consultas y propuestas. Esta generación agradece el tener la puerta abierta tanto de su inmediato superior como del Gerente General de la empresa, ya que pasar por filtros simplemente los abrumará y escogerán la vía rápida de callar y dejar todo tal como está.
Si su empresa es de las que considera que las 8 horas de trabajo no tienen por qué mezclarse con la vida privada de los empleados, no espere grandes sorpresas de esta nueva ola de profesionales. Ellos están hiperconectados con las redes sociales: Whatsapp, Facebook, Twitter, Line, etc. Entre un correo empresarial y un informe mensual, ya han leído un par de mensajes, visto algún video o han dado un “me gusta” a la foto de su enamorada. Su nivel para entrar y salir de un tema y pasar a otro en fracción de segundos es asombroso.
Salvo que su empresa tenga prohibido el uso de smartphones o tabletas, es decir, un ambiente nada amigable para estos profesionales, es momento de ser consciente de este aspecto y voltearlo para beneficio propio. Rételos a viralizar el nombre de la empresa en las redes sociales, ínstelos a difundir imágenes de los logros empresariales, cree grupos internos (en Whatsapp, por ejemplo) para promover una comunicación más dinámica y directa, motívelos a suscribir a toda su red de amigos al sitio oficial de la organización.
Posiblemente suene a políticas demasiado permisivas, no obstante, esta generación viene con el web 2.0 en sus venas y requiere una interactividad total, un feedback constante y un escenario apto para desarrollarse. Esta generación no dudará en renunciar cuando las tareas lo vuelvan autómata, el chip de “conservar el trabajo a como dé lugar” ya no viene instalado en sus cabezas. Además de ser una realidad con la cual los encargados de recursos humanos ya trabajan y lo harán mucho más, estos jóvenes ofrecen dinamismo, compromiso y adaptabilidad, motivos suficientes para darles una oportunidad y salir del molde tradicional. Se requiere habilidad y mucha pericia para impedir que las medidas asumidas se desvíen del objetivo deseado, sin embargo, valdrá la pena.
El autor es Comunicador y experto en Recursos Humanos.
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