Tribunales electorales departamentales

Poca significación histórica tendrá la renovación forzada que se produjo en el TSE (Tribunal Supremo Electoral), si acaso no ocurre otro tanto con los tribunales departamentales electorales. Tiene que quedar claro que el primero es el órgano regulador, mientras que los segundos son los instrumentos operativos.

En las dos últimas elecciones que hubo en el país, la presidencial en octubre y la regional -mal llamada subnacional- en marzo, las irregularidades e imposturas se produjeron en los dos estamentos. En el primero, en el Registro Biométrico y en el Padrón Electoral y, en los segundos, en las acciones directas para completar aquellos procedimientos.

La parcialización a favor del oficialismo se cumplió en las dos instancias. Tanto en el Biométrico como en el Padrón, el TSE dispuso la aplicación estricta de las previsiones de la Ley Orgánica Electoral, en cuya redacción y aplicación intervinieron los órganos Ejecutivo y Legislativo, los cuales se hallan a disposición del MAS, que es la organización gobernante.

No corresponde expresar que el MAS es partido político, porque no tiene la funcionalidad necesaria para ser tal. Pues, empieza por no tener siquiera un Subjefe y tampoco un Comité Ejecutivo. De ahí que Evo Morales no tiene un sucesor.

Los tribunales departamentales electorales, reunidos por el TSE en la ciudad de Cochabamba, han hecho de la “vista gorda” sobre las irregularidades y anomalías que se produjeron en las dos instancias electorales mencionadas.

Esto sucedió a la vista pública en el Beni y en Chuquisaca, en las elecciones regionales. En el primer caso eliminar al candidato opositor que se perfilaba como ganador de la consulta ciudadana, arguyendo que incurrió en un “ilegalidad” al hacer pública una encuesta sobre las perspectivas de su postulación.

En el segundo, simple y llanamente suprimió la votación de un partido opositor para conseguir que no se vaya a una segunda votación y, de ese modo, hacer ganar forzadamente al candidato oficialista.

Por estas circunstancias, los tribunales electorales de esos dos departamentos han perdido toda credibilidad, para decir lo menos. En el caso del Tribunal de Chuquisaca, la ex presidenta del TSE, Wilma Velasco, planteó abrir proceso disciplinario contra los vocales, por haber dado lugar a que candidatos que no fueron elegidos en la elección regional, han sido reconocidos como tales y les entregaron las credenciales para ejercer cargos municipales.

La Agencia de Noticias ANF, en respaldo de tal versión, divulgó la carta 103/20015, firmada por la doctora Velasco, la cual fue dirigida a la presidenta del Tribunal de Chuquisaca, María Elizabeth Quispe, en fecha 13 de mayo. Los beneficiarios de aquella irregularidad habrían sido un alcalde y un concejal.

Sin embargo, hasta donde se sabe, la doctora Velasco no cuestionó que ese mismo Tribunal eliminó la votación de un partido opositor para facilitar que el postulante oficialista a la Gobernación asuma el cargo, eliminando los votos del opositor Frente de Izquierda.

El TSE actual sigue siendo de mayoría oficialista, por lo que cuando se reunió con los tribunales departamentales, en Cochabamba, unos y otros vestían la misma camiseta. Juntos guardaron la basura debajo de la alfombra. Y ahora, del mismo modo, se aprestan a organizar y dirigir, en septiembre venidero, referendos en cinco departamentos.

Por lo menos, para guardar las formas, es indispensable cambiar la composición de los tribunales departamentales. Insistir en su permanencia es llegar al extremo de lo inaceptable y a la falta de decoro. Aunque se trate de un simple formalismo, es decir que sea sólo de un cambio, el MAS tiene que disponer tal renovación.

Pese a que se conoció, como sucedió con el actual TSE, se sabe que no cambiarán mayormente las cosas, pero, tal vez, no esté demás persistir en que siquiera tienen que haber otras caras, pues las conocidas por su parcialización clara y abierta, en los tribunales departamentales, deben ser guardadas para otros menesteres.