[Eric Cárdenas]

El extractivismo santificado


En los festejos oficialistas de una década en el ejercicio del poder político de nuestro país, las dos principales autoridades políticas, el presidente y el vicepresidente del Estado Plurinacional, en discursos de circunstancia hicieron conocer a la opinión pública sus mensajes que, como ya es costumbre en este régimen, nos presentan un país de “maravillas”, gracias al talento y artes políticas de los gobernantes que, como dicen constantemente, “nunca antes” en la historia se hizo lo que ellos habrían hecho.

El presidente en su discurso de cinco horas de enredadas cifras no dijo nada que ya hubiera dicho antes en sus permanentes discursos, pero fue el vicepresidente, autor y promotor de la línea de políticas de gobierno, que una vez más sorprendió, esta vez apelando a la memoria de Vladimir Ilich Ulianov (alias Lenin), cabeza de la revolución bolchevique en la Rusia de 1917, la misma que, como sabemos, luego de algo más de 70 años se vino abajo, cual castillo de naipes, arrastrando a los países de Europa Oriental que estaban bajo su influencia. Según el vicepresidente, Lenin habría autorizado la inversión extranjera, es decir del capitalismo, lo que no sucedió, pues Stalin, sucesor de Lenin, implantó una política absolutamente estatista y de férreo control de la gestión económica, mediante la planificación compulsiva.

Lo que sucedió es que Lenin, ante el cuadro de aguda crisis económica post instalación de los comunistas en el poder, planteó la NEP (nueva política económica), la que buscaba superar la crisis, con algunas medidas inspiradas en el capitalismo. En consecuencia, el capitalismo privado no se instaló en la ex URSS. Mas al contrario, lo que se hizo fue industrializar a marchas forzadas el Estado soviético, que pasadas unas décadas se quedó atrasada en tecnología productiva, con excepción de la industria armamentista y espacial, lo que ocasionó su caída.

Nuestro país, antes Kollasuyo y luego Alto Perú y después Bolivia, desde el descubrimiento de la montaña de plata en Potosí ha sido dependiente de la extracción de materias primas para el mercado externo, en la colonia y Siglo XIX de la plata, luego del estaño, ahora del gas, y con excepción de los esfuerzos de la revolución nacional, por diversificar la economía nacional y su logros, en especial en lo que es ahora Santa Cruz, se ha hecho poco y en la actualidad, nuestros ingresos en un 89% provienen del gas. En diez años de gobierno, el régimen del socialismo comunitario ha gastado a manos llenas los ingresos provenientes de gas, pero no ha destinado recursos a industrializar el país y como consecuencia absorber mano de obra, las pocas empresas que ha creado con el sello estatal, como Cartonbol, Papelbol y otras, son insignificantes y resultan una competencia desleal a la actividad privada.

Los recursos naturales renovables y más aún los no renovables, deben ser industrializados, de tal manera de darles un valor agregado y con miras al mercado externo, pues nuestro mercado interno es insignificante. El mercado de capitales del mundo se instala donde le son dadas las condiciones de seguridad jurídica y política, que en nuestro país son inexistentes. Mas al contrario, los discursos anti capitalistas resultan contraproducentes, aunque se gaste dinero en reunir a capitalistas en la meca de este sistema, para exhortarles a invertir en Bolivia, lo importante no son los discursos cambiantes de rumbo, sino dar las condiciones para atraer esos capitales.

Después de diez años de bonanza económica, gracias a los altos precios de materias primas en el mundo, precios que ahora se están deprimiendo, recién los gobernantes, con fines electorales, nos ofrecen industrializar esto y aquello, echando mano de las reservas internacionales, con el riesgo de perder las mismas, si es que no son debidamente volcadas a sectores de alta rentabilidad y mercados asegurados.

La industrialización del litio, del gas, para convertirlo en PVC (plástico), el hierro del Mutún, proyecto que ya fracasó con la India y ahora se intentará con la China y otros rubros, como ofrece el vicepresidente, pueden tropezar con problemas como el “management” o gerencia y luego por ser empresas estatales, con deficiencias para introducirse en el mercado internacional, el mismo que suele responder a intereses de grandes empresas transnacionales, que al no ser parte del emprendimiento, podrían no interesarse en esos productos. La creencia de que se puede producir un producto sobre algún recurso natural e introducirlo al mercado internacional para con ese romper el sistema capitalista, puede resultar al contrario, para romperse la cabeza.

El capitalismo internacional está interesado sólo en adquirir materias primas, que son la base de su industria, y no productos terminados que hagan competencia a su producción, además, el capitalismo mundial ha hecho de China la factoría global, donde se produce casi todo a bajo costo, debido a la mano de obra barata.

No nos extraña que ahora el populismo gobernante deje el discurso del socialismo del Siglo XXI y pretenda un cambio de 180 grados en su línea ideológica, pues como dijimos en otras notas, el populismo no es ni de derecha ni de izquierda, su finalidad es el poder y el goce del mismo, lo demás son discursos, como el de santificar el extractivismo y seguir como hace tres siglos, explotando nuestras materias primas para el mercado externo.

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