Tras el mercado europeo

Luego de diez años de una diplomacia errática en el rubro comercial, sería necesario que Bolivia vea con mayor cuidado, con serenidad, qué es lo que le conviene para abrir mercados a sus productos no tradicionales, ahora que los tiempos se pondrán difíciles. Lamentablemente, por inquina política, se cerró toda posibilidad de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con EEUU y hasta se perdió el ATPDEA con todas sus consecuencias. Tampoco se quiso avanzar en un TLC con la Unión Europea (UE), donde no existía el pretexto de las conspiraciones de “la embajada”. Por antipatías políticas se debilitó al máximo la Comunidad Andina, nuestro gran comprador de soya. Pero ingresamos al ALBA, donde, fuera de discursos contra EEUU, no teníamos nada que vender ni nada que comprar que no fuera ron y habanos. Ingresamos, como miembros plenos al MERCOSUR, donde está nuestro mayor intercambio pero casi todo reducido al gas. Y desechamos la Alianza del Pacífico porque nos disgustaron los socios. Esta, en blanco y negro, una radiografía de lo acontecido en la última década.

Ahora, por iniciativa del empresariado privado nacional, se está tomando contacto con la UE, con el ánimo de llegar a un Acuerdo Comercial que nos permita participar en lo que es, seguramente, el bloque económico más importante del planeta. Significaría una apertura absoluta, sin restricciones, a todas nuestras exportaciones no tradicionales, lo que para la región y para el país resultaría el paso que necesita para su plena expansión.

Los empresarios se han reunido en La Paz con el embajador británico James Thornton, y el miércoles pasado el embajador estuvo en la Federación de Empresarios Privados de Santa Cruz. El diplomático ha dado a conocer la amplia voluntad de los europeos por arribar a un Acuerdo Comercial, pero esto no tiene posibilidad alguna sin la presencia del Gobierno, porque hay que suscribir un convenio bilateral con la UE, como lo han hecho Perú, Colombia y recientemente Ecuador.

Si la Cancillería toma cartas en el asunto seriamente, y si el señor Choquehuanca convence a S.E. de que los europeos no quieren tumbarlo, ni matarlo ni provocar el separatismo camba ni convertirse en patrones sino en socios, Bolivia daría un paso muy saludable para su futuro económico. Es cuestión de sumar y restar y de ver si nos conviene más estar con Europa encabezada por Alemania o con el Caribe liderado por Venezuela. ¿Merkel o Maduro? He ahí la cuestión, ahora que se recuerda tanto a Shakespeare.