Bajo qué parámetros se debe contratar al DT de la Verde

Sergio Apaza Vera, Entrenador de fútbol


Cada cierto tiempo los dirigentes de la Federación Boliviana de Fútbol están buscando al brujo o al mago que nos va permitir clasificar al siguiente Mundial.

Lo fundamental de los dirigentes no es si contratan bien o mal, sino cómo quieren hacer las cosas, cómo quieren que juegue el equipo de “todos”. Cómo quiere la hinchada que juegue la selección. Porque de cómo quieras jugar dependerán el entrenador y los jugadores que incorpores. Sin esta base lo demás no sirve absolutamente de nada. Por eso creo que una cosa tan simple, o tan coherente, como puede ser este planteamiento, es contra lo que se choca siempre.

¡Los entrenadores no tenemos poderes mágicos! (desgraciadamente) y aunque los tuviéramos, sólo algunos podrían dejar contentos a hinchas y dirigentes.

El dirigente suele moverse por modas, caprichos o el cartel del entrenador buscado para su equipo. Así, puede elegir uno y, mañana optar por otro opuesto en estilo y métodos de trabajo. No busca que el equipo adquiera características definidas y una identidad que lo lleve al crecimiento. Cuando la prisa y el caos mandan, cuando el dirigente entra en pánico por la impaciencia de la gente, entonces el equipo prescinde del camino más largo y toma un atajo que rara vez conduce a la virtud. Este precipitado desenlace expone, además, un mensaje ambiguo que se da según el resultado final.

Cuando un equipo ensaya lo que habitualmente propone un DT y obtiene un 0 – 0 en condiciones desfavorables (visitante frente a un rival poderoso), se le atribuye sabiduría para jugar y astucia para desarrollar un plan estudiado al detalle. Sin embargo cuando en idénticas circunstancias el resultado es una derrota nítida, surgen reclamos por falta de coraje: lo que antes era inteligente pasa a ser despreciado por el mundo futbolístico. Los dirigentes tendrían que fijar pautas claras para minimizar el margen de error en la elección del entrenador.

Pero además, muy importante, porque contribuye al desfase entre discursos previos y posteriores, una costumbre tóxica de un gran sector del periodismo deportivo, que comenta en función al resultado y no al rendimiento. Entonces ¿en qué quedamos? ¿analizamos resultados o rendimientos que lleven a esos resultados? Existe un discurso fácil que confunde al público. Nunca se explicitan los motivos de los triunfos. El periodismo deportivo debería tener un nivel más alto que el del hincha común para analizar y captar el juego…

El lema hoy es exagerar o falsear la realidad. La contradicción surge cómo un agente de propaganda personal. Sirve para sobresalir y enfurecer al que ya está enfurecido. Lo que no funcionó ese día, no sirve más, aunque pueda volver a servir en el próximo triunfo. O sea, las verdades absolutas se acomodan enseguida.

Da la sensación de que hay un mundo esperando para destrozar al que pierde. Es una postura muy cómoda: estar siempre del lado del “ganador”. Los entrenadores pueden agruparse, como dice Perarnou, de acuerdo con sus perfiles y maneras de trabajar, en arquitectos o administradores. Por supuesto existen otras muchas formas de identificarlos: ofensivos o defensivos, extremadamente defensivos, dúctiles y flexibles, rígidos e inamovibles, proactivos o reactivos; estrategas o emocionales; diseñadores o alineadores…A los entrenadores siempre nos distingue la manera de entrenar, de dirigir y de jugar. No importa demasiado como les agrupemos, sobre todo porque cada técnico es singular y distinto, agruparlos sólo es válido a efectos de nuestra comprensión.

Haciendo esta importante salvedad y con los mil matices que ello supone, podríamos aceptar que existen dos perfiles muy diferentes de entrenador: el que es constructor y arquitecto; y el que es gestor y administrador. Ambos perfiles son imprescindibles en el fútbol. Son perfiles que en ocasiones figuran ya en la propia idiosincrasia o carácter del técnico, pero que en otras sencillamente se van componiendo y modelando con el paso de los años y las experiencias.

Por entrenador constructor o arquitecto defino a aquel que otorga prioridad a una determinada manera de jugar. Puede ser un modo ofensivo o defensivo, eso no importa a efectos de esta reflexión, pero destaca por dar mucha importancia a la propuesta global de juego. Busca que los jugadores del plantel afloren sus mejores potencialidades para amoldarse a dicha propuesta.

Este tipo de entrenadores posee un liderazgo intenso y activo, puesto que debe implantar una nueva cultura, un modo de jugar, una propuesta.

El entrenador-arquitecto se relaciona con una propuesta identificable de juego, no necesariamente con el éxito. Son entrenadores que ponen los cimientos en el modo de jugar. La ventaja competitiva para una institución que quiera planificar esta secuencia reside en que tras un periodo de edificación de una propuesta por parte de un entrenador-arquitecto su sucesor puede beneficiarse de la inercia adquirida por dicho proceso siempre y cuando posea rasgos de gestor-administrador y no pretenda a su vez erigir otra propuesta distinta.

El perfil “administrativo” resulta a menudo idóneo para suceder a un “arquitecto” aunque no es fácil para cualquier club acertar en ello. El entrenador-arquitecto ha inculcado una propuesta, ha enseñado a los jugadores una serie de ideas, y el entrenador-administrador -cuando es sabio- puede lograr el beneficio de dicha propuesta durante un largo tiempo, alcanzando frutos fecundos.

Los dirigentes de la F.B.F. tienen en este ámbito una materia muy importante en la que profundizar. Cómo planificar a medio y largo plazo la secuencia sucesiva de sus entrenadores. Cómo apostar por un periodo de tiempo por un arquitecto que erija una determinada construcción y cómo a continuación emplear a un administrador para gestionar dicha construcción hasta que la inercia se agote y el ciclo tenga que empezar de nuevo. Y, por supuesto, cómo identificar los rasgos de cada entrenador y los momentos idóneos para un perfil u otro.

 
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